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China pone a examen su tradición culinaria

Con esa fauna se completan un par de temporadas del National Geographic. Ratas de bambú, pequeños cocodrilos, cachorros de zorro, tortugas, serpientes, erizos… «Llévate un avestruz a casa por el equivalente de 525 euros o un ciervo por 780 euros». Son un centenar de animales, vivos o listos para el estofado. El cartel colgaba en un puesto del mercado Huanan de Wuhan, epicentro de la epidemia.

Hay muchos zoológicos culinarios en China, pero pocos como el de Huanan: un millar de comercios que ofrecen desde prosaicos tomates a los bichos más exóticos. Huanan está clausurado desde que cuatro vendedores mostraron síntomas de una extraña neumonía a finales de diciembre y hoy solo lo pisan los técnicos para indagar de qué bestezuela surgió el virus. China prohibió la semana pasada el comercio de animales salvajes hasta nueva orden en mercados, restaurantes e internet.

Hoy es Huanan y en el 2002 fue Qin Ping. Desde aquel mercado de Cantón se propagó el virus del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), que infectó a 8.000 personas y mató a 800 en el mundo. Entonces China debatió sobre los riesgos de su tradición culinaria y aprobó una prohibición absoluta que levantó el siguiente año en 54 especies.

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