Informe científico

Naciones Unidas advierte sobre los "seis puntos de inflexión" que podrían causar "daños irreversibles" en la salud del planeta

Según apunta un nuevo informe de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-EHS), la huella humana está alterando cada vez más el equilibrio natural

Dos personas caminan en una calle inundada tras una tormenta extrema en Bago, en Myanmar.

Dos personas caminan en una calle inundada tras una tormenta extrema en Bago, en Myanmar. / EFE

Valentina Raffio

La vida en la Tierra se sostiene sobre un delicado equilibrio. El estado de un bosque, por ejemplo, condiciona la vida de todas las formas de vida que habitan en él y estas, a su vez, dependen las unas de las otras para sobrevivir. ¿Pero qué pasa si una sola pieza de este delicado 'puzzle' empieza a desmoronarse? Según apunta un nuevo informe de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-EHS), la huella humana está alterando cada vez más el equilibrio natural y esto, a su vez, está empujándonos a superar "seis puntos de inflexión" que podrían empeorar el rumbo de la crisis climática y causar "daños irreversibles" en la salud del planeta y de las personas.

La dinámica está clara. "A medida que extraemos de forma indiscriminada los recursos hídricos, dañamos la naturaleza y contaminamos la Tierra nos acercamos peligrosamente a varios 'puntos de inflexión' que podrían destruir los pilares de los que depende la vida", afirma Zita Sevesvari, autora principal de este análisis, presentado este mismo miércoles. 

Estos son los seis puntos de inflexión sobre los que alerta el último informe de Naciones Unidas. 

Extinciones en cascada

La humanidad está empujando al borde de la extinción de cientos de especies en todo el mundo. En estos momentos se calcula que la tasa de extinción es entre 10 y 100 veces superior al ritmo natural de la Tierra. Según advierten los expertos, la desaparición de una especie podría "desencadenar una extinción en cascada de especies dependientes" y "provocar el colapso de todo un ecosistema".

Un ejemplo ilustrativo es el caso de las tortugas de tierra. Estas especies se caracterizan por excavar amplias madrugueras en el subsuelo. Estos espacios, a su vez, son utilizados por más de 350 especies para reproducirse, alimentarse y protegerse de las altas temperaturas. Hoy por hoy son varias las especies de tortuga, como las del Mediterráneo, que se consideran en peligro de extinción. Una desaparición de estos animales podría dejar desamparadas a otras como la rana topo oscura. Y dado que estos anfibios se consideran clave para controlar poblaciones de insectos y evitar brotes de plagas en los estanques, su extinción abriría la puerta a daños aún mayores en todo el ecosistema.

Agotamiento de agua subterránea

Otro indicador en estado crítico son las reservas de agua subterránea. Es bien sabido que los acuíferos suministran agua potable a más de 2.000 millones de personas y sirven para regar cultivos de todo el mundo. De hecho, se estima que más del 70% de estas aguas se destinan a la agricultura. Sobre todo en periodos, como ahora, donde la sequía meteorológica ha reducido drásticamente muchas de las reservas de agua.

En estos momentos se estima que más de la mitad de los principales acuíferos del mudo se están agotando más rápido de lo que pueden reponerse de forma natural. De seguir así, según advierten los expertos, si la acumulación de agua subterránea desciende por debajo del nivel de los pozos esto podría dejar a cultivos enteros sin agua y, a su vez, poner en jaque grandes sistemas alimentarios. En países como Arabia Saudí ya ha ocurrido, provocando que un país que en los noventa destacaba como el sexto productor mundial de trigo acabara siendo uno de los grandes importadores de este cereal. 

Umbral de calor extremo

Una de las facetas más visibles de la crisis climática es el aumento global de las temperaturas. Los registros corroboran, por un lado, cómo están subiendo los termómetros del mundo y, por el otro, cómo cada vez hay olas de calor más intensas y frecuentes. En los últimos veinte años se estima que este fenómeno ha provocado cerca de 500.000 muertes anuales en todo el mundo. En Europa, por ejemplo, se estima que el calor extremo del verano pasado causó 61.600 muertes, de las cuales más de 11.000 tuvieron lugar en España.

De seguir así, advierten los expertos, podríamos alcanzar un umbral crítico para la salud humana: superar los 35 grados de temperatura durante más de seis horas. Estas condiciones suponen un grave riesgo para la salud humana y podrían agravar aún más los daños por calor extremo. En estos momentos ya hay dos regiones del mundo donde esto ocurre de forma regular (el Golfo Pérsico y la cuenca del río Indo). En 2070, se cree que esta situación podría afectar a amplias regiones del sur de Asia y de Oriente Próximo. Para finales de siglos, más del 70% de la población mundial podría estar expuesta a estas condiciones durante al menos 20 días al año

Deshielo de los glaciares de montaña

El calentamiento global está acelerando drásticamente el deshielo de los glaciares de montaña. En los últimos veinte años se estima que estas regiones han perdido más de 267 gigatoneladas anuales de hielo (el equivalente a borrar del mapa 46.500 pirámides de Egipto). La desaparición de los glaciares de montaña, según explican los expertos, supone una pérdida de agua potable, así como de recursos para el riego de cultivos y la generación de energía hidroeléctrica. Todo esto, a su vez, también hace peligrar la estabilidad de regiones enteras.

El informe de Naciones Unidas alerta del peligro que supone "superar el punto de inflexión del deshielo de glaciares". Esto ya ha ocurrido en lugares como los Andres. En glaciares como el Quelccaya (Perú), por ejemplo, se ha observado una reducción superior al 30% en las últimas tres décadas y esto, a su vez, ha provocado una escasez periódica de recursos hídricos en toda la región. La situación podría repetirse en los glaciares de Europa central, Canadá Occidental y Sudamérica. También preocupa la situación de más de 90.000 glaciares del Himalaya, el Karakorum y el Hindu Kush del que dependen más de 870 millones de personas. 

Más pérdidas económicas

Hacer frente a los daños causados por un huracánuna tormenta extrema o una inundación es cada vez más caro y complejo. Se estima que en los últimos cincuenta años las pérdidas económicas relacionadas con fenómenos meteorológicos extremos se han multiplicado por siete. En las próximas dos décadas esta cifra amenaza con duplicarse ya que, por un lado, se espera un aumento de los extremos climáticos y, por otro, todo apunta a que habrá cada vez más territorios afectados.

Naciones Unidas advierte que ya hay compañías de seguros que o bien han aumentado drásticamente su cuota o bien se niegan a cubrir los daños causados por determinados desastres naturales de gran envergadura. De seguir así, advierten los expertos, preocupa que "la falta de seguros podría dejar a la gente sin una red de seguridad económica para hacer frente a este tipo de catástrofes". 

Contaminación espacial

El aumento de misiones espaciales de las últimas décadas ha causado, como daño colateral, un aumento ingente de los residuos que deambulan por el espacio. En estos momentos se calcula que hay más de 170 millones de fragmentos de basura espacial que orbitan alrededor de nuestro planeta. Según apuntan algunas estimaciones, en los próximos diez años se podrían lanzar más de 100.000 nuevas misiones espaciales que, con el pasar del tiempo, acabarán convirtiéndose en chatarra.

Los expertos advierten que, de seguir así, la órbita terrestre podría llenarse hasta tal punto de desechos que, eventualmente, podría iniciarse "una reacción en cadena de colisiones" y esto, a su vez, podría convertir al conjunto de la órbita terrestre en algo totalmente "inutilizable" tanto para operar satélites como para lanzar nuevas misiones espaciales.

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