Educación y tecnología

Adolescentes y móviles: las familias suspenden a la hora de poner normas

Una investigación revela que la mitad de los adolescentes contestan mensajes de móvil cuando están estudiando o haciendo los deberes, mientras que solo un 10% aseguran no hacerlo nunca

Dos adolescentes consultan su móvil, a la salida de su instituto, en Madrid.

Dos adolescentes consultan su móvil, a la salida de su instituto, en Madrid. / DAVID CASTRO

Olga Pereda

"¿Tienes algún tipo de norma en casa a la hora de usar el móvil, el ordenador, la tableta o los videojuegos?". Una investigadora universitaria lanzó esta pregunta a casi mil estudiantes de 12 a 18 años de seis centros educativos públicos y privados de municipios del Alt Empordà. Había solo dos opciones para responder: sí o no. Más de la mitad, el 60%, contestó que no. Esta realidad -extrapolable al resto de España- demuestra que padres y madres están dando la espalda a una regla básica de la educación, también de la educación digital: el establecimiento de límites.

El 60% de los adolescentes aseguran que no tienen normas en casa para usar los dispositivos digitales

"Es sorprendente que las familias no establezcan normas para el uso de los dispositivos digitales. La ausencia de pautas claras aumenta el factor de riesgo de un uso excesivo de la tecnología. Parece que todo el debate se centra en la edad a la que le damos a nuestros hijos su primer móvil. Una vez entregado, es como si el problema desapareciera. Sin embargo, la clave de la educación está en prevenir, no solo en actuar cuando el conflicto estalla”, explica Merche Martín Perpiñá, psicóloga sanitaria y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

"Parece que todo el debate se centra en la edad a la que le damos el primer móvil. Una vez entregado, es como si el problema desapareciera"

Merche Martín Perpiñá

— Psicóloga sanitaria

El dato -recabado por la docente cuando estaba haciendo la tesis doctoral (2019)- forma parte de un estudio firmado por Martín Perpiñá y otros profesores de la UOC y la Universitat de Girona (UdG) sobre el uso de la tecnología y los efectos del 'multitasking' (multitarea) en los adolescentes y que acaba de ser publicado en la revista científica 'Journal of Family Issues'. La investigación revela que la mitad de los adolescentes contestan mensajes de móvil cuando están estudiando o haciendo los deberes. Solo un 10% aseguran no hacerlo nunca.

Los expertos piden fijar un tiempo para el uso recreativo de la tecnología y establecer espacios físicos libres de conexión

"Las actividades académicas requieren atención plena. Si no la tienes debido al 'multitasking' (hacer varias cosas al mismo tiempo), el resultado es que retienes peor la información, necesitas más tiempo para aprender y, además, es muy probable que cometas errores", explica la psicóloga, que pone une ejemplo gráfico: "A tu cabeza le pasa lo mismo que al ordenador cuando abres muchísimas ventanas: que colapsa".

Peores notas

El estudio concluye que los alumnos y alumnas que suelen hacer más 'multitasking' tienen peores resultados académicos. "Cuanto más se someta a un cerebro en proceso de desarrollo (el caso de los niños y adolescentes) a la multitarea, más permeable será a la distracción. Cuantas más cosas haga al mismo tiempo, menos rendirá, menos aprenderá y menos memorizará", explica el doctor en Neurociencia Michel Desmurget en su ensayo 'La fábrica de cretinos digitales. Los peligros de las pantallas para nuestros hijos'.

El estudio de la UOC y la UdG revela que el 38,3% de los encuestados reconocen que usan el móvil continuamente en su vida diaria. En pleno debate sobre la edad en la que damos a nuestros hijos su primer móvil (siete de cada diez niños de entre 10 y 15 años tienen teléfono propio, según el INE), Martín Perpiñá insiste en que carece de sentido entregar un smartphone a los 6, 7 u 8 años. Sin embargo, prohibirlo hasta los 16 le parece "utópico".

“Las drogas son malas y los jóvenes tienen que huir de ellas. De ahí, su prohibición total. Pero el móvil no es algo malo 'per se'. Lo que sí hay que hacer es enseñar y acompañar”

Merche Martín Perpiñá,

— psicóloga, investigadora y profesora

"Creo que la prohibición no es la solución. En una clase de ESO si todos los chavales hablan y quedan por WhatsApp, el que no tenga esta aplicación se va a sentir aislado. Además, ¿por qué pensamos que el uso que hará nuestro hijo será responsable a partir de los 16 años?", se pregunta. "Las drogas son malas y los jóvenes tienen que huir de ellas. De ahí, su prohibición total. Pero el móvil no es algo malo 'per se'. Lo que sí hay que hacer es enseñar y acompañar", concluye la experta, que trabaja en un centro de psicología infantojuvenil.

Acompañar, no prohibir

Acostumbrada a tratar en consulta a adolescentes, la coautora del estudio recuerda que los chavales suelen saltarse las normas, especialmente las que no entienden y las que son impuestas en lugar de negociadas y consensuadas. De ahí que su investigación reclame una "mediación activa". Es decir, los padres y madres deben "acompañar" en lugar de prohibir. "Se trata de hablar y de establecer confianza y canales de comunicación. Hay que negociar y llegar a acuerdos, no imponer", concluye.

El estudio destaca las bondades de la ‘dieta digital’, que puede pasar por marcar límites horarios y espaciales en el uso de las pantallas. "Nunca se tienen que establecer en mitad de un conflicto o discusión, sino en espacios serenos de conversación y jamás culpando al adolescente", resalta la psicóloga, que apuesta por dos normas básicas: fijar un tiempo para el uso recreativo de la tecnología y establecer espacios físicos libres de conexión. Por ejemplo, la cena. Comer y hablar en familia, de hecho, está relacionada con mejores resultados académicos.

Nunca en el dormitorio

El divulgador Daniel Hidalgo recuerda que cuanto antes se inicia un niño en el uso de las tecnologías más susceptible es de convertirse en un usuario compulsivo. De hecho, los directivos de las grandes tecnológicas ponen límites muy claros a sus propios hijos. "En el dormitorio, la tecnología está prohibida. Las normas son más restrictivas de lunes a viernes y menos el fin de semana. También hay límites de edad. Los más pequeños tienen completamente vetado el acceso y los menores de 10 años lo tienen muy limitado. Otra norma es el del tipo de actividad. Se fomentan los usos más creativos en detrimento de, por ejemplo, la reproducción de vídeos de YouTube", explica en el ensayo 'Anestesiados. La humanidad bajo el imperio de la tecnología'.

Martín Perpiñá insiste en la necesidad que tienen las familias de poder hablar abiertamente de qué hacen los adolescentes con el móvil, las redes sociales o el ordenador. "Los adultos pueden aportar consejos en cuanto a la seguridad, los perfiles falsos o las conversaciones con desconocidos. Al mismo tiempo, los hijos pueden enseñarnos cómo funciona TikTok", concluye.

Suscríbete para seguir leyendo