Neus Rosell

Las consecuencias de la falta de perspectiva de género en la salud: "Aún queda mucho camino"

A nivel de salud, la ciencia médica tiene que tener en cuenta las diferencias a la hora de enfermar y los distintos factores de riesgo en hombres y en mujeres, así como las desigualdades que presentan

Neus Rosell, presidenta de Women in Global Health.

Neus Rosell, presidenta de Women in Global Health. / WGH

Judit Bertran

Durante décadas han existido estigmas y mucha comprensión errónea de lo que es el cuerpo de la mujer. El catolicismo -entre otras variables- estimuló, en su momento, cierta desinformación y desconocimiento sobre la investigación sobre salud con perspectiva de género. Hoy en día las investigaciones han dado un paso adelante en carácter de perspectiva de género, pero "aún queda mucho camino por hacer", señala Neus Roselló, cofundadora y presidenta de la organización feminista Women in Global Health España.

El cuerpo de la mujer es diferente al del hombre. Nosotras tenemos más composición de grasa, ya que el cuerpo está preparado para dar a luz y para la lactancia después, hecho que tiene muchas implicaciones a nivel de salud que afectan de manera diferente que a los hombres.

Uno de estos casos evidentes es el alcohol, que tiene más absorción y más toxicidad hepática en las mujeres. Pero también existe la variabilidad en la salud mental, como por ejemplo los trastornos de la alimentación como la anorexia o la bulimia, a los que son más vulnerables ellas, exponenciado por el fuerte componente de la mirada y presión social, explica Roselló.

Diferencias a la hora del diagnóstico

A nivel de salud, para dar un apoyo real y efectuar los diagnósticos con perspectiva de género, la ciencia médica tiene que tener en cuenta las diferencias a la hora de enfermar y los distintos factores de riesgo en hombres y en mujeres, así como las desigualdades que presentan. Y, por ello, “es necesario aumentar la investigación y la docencia. Además, la organización sanitaria ha de ser progresivamente más sensible a los temas de sexo y género, creando espacios y protocolos especiales que faciliten el diagnóstico diferencial”, explica Neus Rosselló. 

La organización sanitaria tiene que ser progresivamente más sensible a los temas de sexo y género"

Neus Roselló

— Presidenta de la organización feminista Women in Global Health España

Hasta hace poco no se había empezado a introducir el sexo femenino en estudios primarios, y no se había incluido hasta ahora por la idea de que el ciclo menstrual y las hormonas de las mujeres significarían otra variable que condicionaría el resultado final de la investigación. Por consiguiente, “se debería de incluir las diferencias y desigualdades en la investigación y docencia dentro de todas las especialidades de las ciencias de la salud”, concluye. 

Según datos del Ministerio de Igualdad, las mujeres son diagnosticadas de diabetes 4,5 años más tarde que los hombres, y de cáncer 2,5 años más tarde. Esto sucede porque el diagnóstico está elaborado de tal manera que detecta los síntomas que afectarían a un cuerpo de un hombre y, en muchos casos, en la mujer afecta de manera diferente. 

Perspectiva de género

La organización feminista Women in Global Health pone en evidencia y mantiene como objetivos, entre otros, incluir más a mujeres en la toma de decisiones, ya que las posiciones de poder en algunos ámbitos es aún desproporcionada entre géneros. En el caso de la salud, únicamente un 25% de mujeres alcanzan cargos de responsabilidad en el ámbito sanitario, según visibilizó la organización en un acto en 2022.

Esta toma de decisiones en cargos con poder es esencial para la evolución y aplicación de la perspectiva de género. Estos son algunos casos que evidencian la necesidad de dicha perspectiva feminista.

Productos de menstruación

Este verano ha salido a la luz un estudio que denuncia directamente la falta de perspectiva de género en un producto tan básico para las mujeres como los tampones y compresas. El estudio, realizado por científicos de la Universidad de Portland, evidencia que en la elaboración de productos para la menstruación no se testa con sangre real, sino que se usa agua o soluciones salinas que poco se asemejan a la textura y densidad que tiene la menstruación real.

Además, el estudio también denuncia un desajuste entre la capacidad absorbente que anuncian los productos de tampones y compresas y la que realmente acaban teniendo.

De hecho, la investigación evidencia que algunos productos en realidad absorben mucho menos de lo que se indica en la etiqueta y, por lo tanto, no son aptos para personas que sufren mucho sangrado.

Coronavirus y vacunas

Otro ejemplo de la poca perspectiva de género en la salud es el desconocimiento general de la afectación de las vacunas en mujeres antes de inocular a la población general. De hecho, cuando se anunciaba los efectos que se podía experimentar tras la vacunación, se incluía la fiebre, cefalea o dolor en el brazo (entre otros), pero los cambios en el ciclo menstrual no constaban en la lista.

No fue hasta que varias mujeres lo reportaron que se inició una investigación de una variable que debería de haber considerado desde el primer momento de la creación de dicha vacuna. "El tema es que no tenemos a mujeres liderando estos estudios, y en los puestos de decisión no hay prácticamente figuras femeninas", explica Neus Roselló.

Además, tampoco existen casi estudios sobre la menstruación y sus alteraciones durante la pandemia en los países desarrollados, señala la presidenta de la organización feminista. De hecho, según datos del Ministerio de Igualdad de 2022, en un grupo de mujeres en edad reproductiva que han padecido el covid, el 25% de las mujeres presentaron cambios en el volumen de pérdida menstrual y el 28% pérdidas disminuidas y ciclos alargados.

Falta de liderazgo femenino

Únicamente el 25% de las mujeres alcanzan cargos de responsabilidad en el ámbito sanitario respecto al 70% de mujeres que forman parte del personal sanitario, según visibiliza Women in Global Health. Un dato que, en caso de ser más elevado, ayudaría a contribuir a la aplicación de una visión más igualitaria que no penalizaría a las mujeres en la salud, señala Rosell.

Además, aparte del techo de cristal en la salud, en 2020 el INE registró una brecha salarial de 10.290 euros en el sector sanitario.