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2024: Un año electoral decisivo para el planeta

Cerca de la mitad de la población mundial elige a sus líderes en elecciones que se celebrarán en este año, en un contexto lleno de oportunidades y riesgos en la carrera por salvar el planeta

Nueva Delhi, asfixiada por la contaminación.

Nueva Delhi, asfixiada por la contaminación. / EFE

Robert Rodríguez

Un capricho del destino ha hecho que el año sucesivo al más caluroso desde que hay registros (2023) cerca de la mitad de la población mundial elija a sus mandatarios, es decir, a los líderes que guiarán la próxima fase de la transición energética. En 2024 se celebrarán desde presidenciales en Estados Unidos, el mayor emisor histórico de CO2, hasta generales en la India, la nación más poblada, y también comicios en potencias petroleras como Rusia, Venezuela o México. En Europa, los votantes tendrán que elegir a sus europarlamentarios en un clima de auge del populismo nacionalista que amenaza la ambiciosa agenda del Viejo Continente de lograr la neutralidad de carbono para 2050.

En total, una cuarentena de países elige mandatarios. En varios de ellos los principales candidatos tienen agendas contrapuestas a nivel climático. Pero en ningún lugar como en Estados Unidos esa dicotomía es tan patente. Los demócratas, que probablemente tendrán al presidente Joe Biden como candidato, han implementado una ambiciosa agenda climática que los republicanos, previsiblemente liderados por un Donald Trump ahora reforzado en el caucus de Iowa y las primarias de New Hampshire, quieren borrar de un plumazo.

Una de las primeras decisiones de Trump al llegar a la Casa Blanca fue sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París, y ahora tiene un plan igualmente disruptivo. La nueva hoja de ruta de los ultraconservadores y negacionistas climáticos estadounidenses se llama “Project 2025”. Se trata de un plan diseñado por el pensador Paul Dans, del 'think tank' Heritage Foundation, y prevé “deconstruir” el poder demócrata en el gobierno federal. La prioridad es revertir los avances en materia climática ya en los primeros 180 días de un eventual nuevo mandato de Trump. Para ello el inquilino de la Casa Blanca derogará regulaciones aprobadas por Biden para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero de pozos petrolíferos y gasísticos, así como de la flota de automóviles, y reducir estándares medioambientales, cortar el presupuesto de las agencias que velan por el cuidado de los ecosistemas, y bloquear la expansión de la red eléctrica para dejar la energía solar y eólica en desventaja respecto al petróleo, el gas y el carbón.

"El Proyecto 2025 no es un libro blanco. No estamos haciendo retoques. Estamos escribiendo un plan de batalla, y estamos reuniendo nuestras fuerzas", ha dicho Dans, que no esconde sus objetivos. "Nunca antes todo el movimiento conservador se había unido para prepararse sistemáticamente para tomar el poder el primer día y deconstruir el Estado administrativo".

Puede parecer una paradoja que la primera potencia económica mundial —donde las consecuencias del cambio climático no cesan de manifestarse de costa a costa, desde los incendios y la sequía en California al aumento del nivel del mar en Florida— pueda reelegir a un presidente abiertamente negacionista. Pero lo cierto es que no está solo. Un 57% de los estadounidenses se declara alarmado o preocupado por la crisis climática, según el último estudio de opinión del Yale Program on Climate Change Communications[, pero todavía son el 22% los estadounidenses que dudan o niegan abiertamente la existencia del calentamiento global.

Posibles retrocesos

En Europa hay menos espacio para la extravagancia negacionista, pero la polarización política y el descontento por el coste de la transición energética en la era de la inflación alta y el dinero caro puede jugarle una mala pasada a los políticos que defienden que el Viejo Continente debe ser un modelo en materia climática.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, podría buscar la reelección. Pese a las críticas en numerosos frentes, la exministra de Defensa alemana ha dejado claro que quiere que la UE sea en 2050 una potencia verde que haya logrado la neutralidad de carbono. Para ello ha impulsado la mejora de la eficiencia en la construcción de edificios, la agroindustria orgánica, la movilidad sostenible y la expansión de la red de energía renovable.

Pero no está claro si el Europarlamento que salga de los comicios de este verano será tan proclive a implementar medidas contra el cambio climático como el de ahora . Preocupa sobre todo el auge de los partidos populistas y ultranacionalistas, como Hermanos de Italia de Giorgia Meloni o el Frente Nacional de Marine Le Pen, que ya han demostrado que abogan por conservar empleos de la vieja industria en lugar de acelerar la transición energética. Según estimaciones de Reuters, los llamados soberanistas podrían aumentar su cuota de poder y controlar el 26% de la Eurocámara.

La otra piedra en el zapato de la agenda verde europea está en Reino Unido y se llama Rishi Sunak. Hundido en las encuestas, el líder del Partido Conservador está tratando de ganarse el apoyo de la clase obrera e industrial británica por medio de derogar normas medioambientales y de retrasar la implementación de tecnologías verdes. También ha complacido a las empresas de hidrocarburos por medio de autorizar nuevas prospecciones de gas y petróleo en el Mar del Norte. Con todo, en las elecciones generales de este año parten como favorito el Partido Laborista, mucho más favorables a la transición verde.

Gigantes de los hidrocarburos

Este año también habrá comicios clave en potencias medias y países en desarrollo cuyas políticas son cruciales para lograr que la temperatura del planeta no sobrepase los 1.5 grados centígrados respecto a niveles preindustriales. Se trata de México, que elegirá presidente en junio , Indonesia, el mayor exportador mundial de carbón, y la India, donde preocupa el giro nacionalista y pro-carbón del primer ministro Narendra Modi. Rusia y Venezuela, dos gigantes petroleros donde el cambio climático no cuenta en la agenda de sus dirigentes, Vladímir Putin y Nicolás Maduro, respectivamente, también celebran comicios. Si nada cambia, seguirán extrayendo y quemando tantos combustibles fósiles como sea posible.

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