TESTIMONIO DE DOS JÓVENES QUE PASARON POR 'FAMILIA DEL ALMA'

A las víctimas de la secta de la Pobla Tornesa las amenazaban con el aislamiento

Reconocen que les incitaban a consumir droga y que lo peor era la manipulación a la que los sometían sin que fueran conscientes, porque creían que les ayudaban

Imagen del operativo en el que se desarticuló la secta en Castellón que se aprovechaba de jóvenes en situación de vulnerabilidad emocional.

Imagen del operativo en el que se desarticuló la secta en Castellón que se aprovechaba de jóvenes en situación de vulnerabilidad emocional.

Reconocer en voz alta que has sido víctima de una secta no es trago fácil. Supone admitir abiertamente que te has dejado manipular y dominar por alguien en un momento de vulnerabilidad. Doble vergüenza. Aún así, algunas de las personas que se vieron sometidas por la secta Familia del Alma, desarticulada recientemente por la Guardia Civil en la Pobla de Tornesa, han querido contar su historia para «ayudar, si es posible, a que no vuelva a pasar», aunque son conscientes de lo difícil que es identificar a tiempo cuando has caído en esa tela de araña.

Dos de esas víctimas han hablado con Mediterráneo para contar su caso. Se han librado de esa espiral opresiva y asisten con cierta perspectiva su experiencia, en la que la «persuasión es muy grande». Ambos quieren preservar su intimidad, por razones obvias. «Contar todo esto a alguien que no conozco es una cosa, es distinto con amigos y familia», relata uno de ellos. Le llamaremos José Uno. Él empezó a asistir a terapia con la Maestra, cuando tenía 15 años, ahora tiene 23. Como el resto de adeptos, contactó con los líderes de la secta derivado por otra persona. «Empecé con su marido para hacer terapia, algo más cercano y personalizado. No me gustó y él me recomendó a su mujer». Con ella, hubo conexión.

MODUS OPERANDI «MUY CAÑERO»

Uno de las adeptos liberados de la secta recuerda que la Maestratenía «un modus operandi muy cañero». Con el tiempo, tras analizar desde la distancia lo vivido «y con la ayuda de profesionales, me he dado cuenta de que no era normal, en algunas sesiones salía bien y otras muy mal, porque atacaba mucho». Admite que «al alejarme un poco de todo, he podido coger conciencia de lo que estaba pasando, de que es grave, aunque para ella es una tontería». De hecho, tras la denuncia contactó con todos y le quitó importancia, incluso después de la detención. Afirma que la líder de la secta «pasa de todo, nos sabemos su vida entera porque se pasaba las sesiones hablando sobre sí misma, aunque nos contaba muchas mentiras. Es una narcisista». Un conclusión que se alcanza después, «cuando me he liberado». Explica que los que han salido «estamos juntos, nos apoyamos», aunque el impacto de lo vivido sigue pasando factura. «Piensas, joder, yo pensaba que era una realidad, y es otra».

«Te creaba dependencia», asegura. «Vas porque tienes problemas en la vida o conductas que quieres cambiar» pero en un momento determinado se dio cuenta de que «se dedicaba a solucionarte un problema para generarte otro que había que solucionar». Un círculo vicioso que aún ahora le afecta. «No sé cómo discernir lo que me sirve de lo que me había inculcado para tenerme atrapado».

«Se dedicaba a solucionarte un problema para generarte otro que había que solucionar»

Víctima de la secta 'Familia del Alma'

Tanto él como otra de las víctimas, digamos que José Dos, identifican como punto de inflexión para su desconfianza cuando les propusieron iniciar las sesiones grupales. Allí se les incitaba al consumo de drogas, «no es que fuera obligatorio, pero si no lo hacías era como que no querías participar». Y esa era una de las estrategias más utilizadas, la amenaza de aislamiento y exclusión. «Yo no estaba bien, tenía dudas, pero como te infunde el miedo de que a gente que se fue antes se les hizo el vacío... Si salías, se encargaba de destruir tu entorno».

UNA TERAPIA «TURBIA»

Una de las víctimas de la secta Familia del Alma comenzó a sospechar que se encontraba en algo anormal cuando iniciaron las terapias grupales. En ellas, la Maestra les incitaba abiertamente al consumo de droga, en concreto de porros. Explica que en un momento de su vida, años atrás, él había fumado y lo dejó «porque me provocaban paranoias», cuando se lo contó a la líder de la secta le asaeguró que «eso es porque no sabía fumar» y le indicó que bajo su guía podía hacerlo y sentirse bien, «y acabas haciéndolo» porque de lo contrario les presionaba acusándolos de que «no estábamos implicados». Reconoce que «tengo una mente adicta» y que su supuesta terapeuta le incitara a drogarse le pareció «un indicativo de que es algo turbio», pero «hay tantas cosas que he dudado y me han hecho creer lo contrario, que dudaba mucho».

Pagos sin factura

Ni José Uno ni José Dos asistieron o fueron testigos a comportamientos excesivos, salvo por el consumo de drogas, pero ambos coinciden en que no había ningún tipo de justificación para los pagos. «Llegó a amenazar a mi padre con denunciarlo cuando insistió en pedirle facturas» por las sesiones, que no eran económicas. Oscilaban entre los 60-70 euros las individuales, unos 180 euros los talleres y a parte las grupales. José Dos estima que puede haber gastado entre 4.000 o 5.000 euros en total, «para al final no estar bien».

«Lo que más me duele es no haberme escuchado a mí mismo, pero desmontan tu pensamiento propio, tu criterio».

Víctima de la secta 'Familia del alma'

Reconoce que «lo que más me duele es no haberme escuchado a mí mismo, pero desmontan tu pensamiento propio, tu criterio». José Uno insiste en que «la conozco desde que tenía 15 años, he compartido mucho y no sé discernir lo que me sirve de lo que me había inculcado para tenerme atrapado», razón por la que ha cortado contacto. Dice que sigue habiendo compañeros que les apoyan pese a todo lo descubierto.

Ahora, la Salud Pública les está ayudando. José Uno ya ha ido a la Oficina de Atención a las Víctimas. José Dos está a la espera, aunque confiesa que tiene ciertas suspicacias, «vengo de que jueguen con mi cabeza», pero le vale con que «vaya a hacerse justicia y que no se lo hagan a más gente».