Aprender a reír para conseguir la felicidad que, muchas veces, no se consigue alcanzar. Esta es una de las premisas del taller de risoterapia que, hasta ayer, se ha venido desarrollando en la sede de Acudim de la mano de la delegación de La Dona.

En este caso, como en otro curso anterior, la profesora es la risoterapeuta Pilar Taurá, quien dedica buena parte de su tiempo a enseñar a la gente a ser feliz. "La discapacidad más grande que hay no es la física sino la espiritual, porque un corazón que no sabe reírse es un corazón sin ilusión", afirma.

"La gente que practica la risoterapia descubre que todos podemos hacer felices a otras personas; el ser humano es magnífico y necesita de las caricias y de las sonrisas", añade.

Pilar Taurá define la risoretapia como "la forma más sencilla de desbloquearse y encontrarse a uno mismo". "Lo que hacemos desde la primera sesión es sacar al niño o niña que cada uno tenemos dentro, porque nacemos con el llanto y la sonrisa y, sin embargo, nuestra actual forma de vida y el estrés nos conducen a que cada vez riamos menos", dice.

Las más de 20 personas que han asistido a las clases se muestran ampliamente satisfechas con los resultados obtenidos. "La mayoría de la gente se asombra de los cambios personales que se producen con la risoterapia, fundamentalmente a nivel de relaciones personales y de la manera de ver la vida", comenta Pilar Taurá.

Pilar dejó años atrás su ajetreada vida de directora comercial para dedicarse a enseñar a reír. "Yo no fui feliz hasta que descubrí esta terapia durante uno de mis viajes a Estados Unidos.", concluye.