Con suelta de palomas, disparo de 250 carcasas y canto de los Gozos recibieron los villarrealenses a la patrona de la ciudad, la Mare de Déu de Gràcia, que llegó ayer por la tarde --con absoluta puntualidad sobre la hora prevista-- a hombros de sus portadores.

Presidiendo la comitiva de recepción estuvo la totalidad de la corporación municipal, encabezada por el alcalde Juan José Rubert; así como la reina de las fiestas, Ainhoa Almela, y sus damas.

Y encabezando la baixà de la moreneta estuvo en todo momento, desde la ermita del Termet al casco urbano, el obispo de la diócesis, Casimiro López Llorente, junto a sacerdotes de las distintas parroquias del municipio.

Una vez la patrona llegó frente al convento de los Padres Carmelitas, cientos de vecinos y miembros de las asociaciones religiosas acompañaron la imagen hasta la Arciprestal, a la que días atrás también se trasladó a Sant Pasqual y el Cristo del Hospital.

LLAMADA FESTIVA Poco después, el Auditori Municipal se convirtió en otro de los centros festivos de la jornada, por cuanto allí tuvo lugar la tradicional crida a la festa que, en esta ocasión, protagonizó mosén Guillermo Sanchis, quien aprovechó para lanzar un mensaje a todo el vecindario para que, "con respeto", disfruten de estos festejos.

Unas celebraciones que este año son especiales, ya que se cumple el 250°aniversario del voto perpetuo que la villa prometió a su patrona y por la coronación canónica de la moreneta, que se formalizará mañana en una ceremonia que, de nuevo, presidirá el obispo de la diócesis.

La anécdota de la crida llegó cuando mosén Guillermo --que es el responsable del culto en la ermita de la Mare de Déu de Gràcia-- preguntó a los cientos de presentes en el acto si lo había hecho bien y si merecía un beso de la reina, a lo que esta accedió, lo que mereció el caluroso aplauso del mundo festero.

Por la noche, las peñas se concentraron en la plaza Sant Ferran, para participar en una macrocena. La fiesta siguió, hasta la madrugada, en los casals.