Las alegrías nunca han durado mucho tiempo en el sector porcino de Castellón. En los últimos siete años quienes se dedican a la producción de carne de cerdo han encadenado un disgusto tras otro: han sufrido el brusco incremento de los precios del pienso, han tenido que invertir miles de euros en adaptar sus instalaciones a las nuevas normativas, y la falta de agua y los robos en las explotaciones ganaderas han acabado por desanimar a un sector que sigue siendo clave para la economía del interior.

El último capítulo tiene que ver con el veto ruso. Desde el pasado mes de agosto Rusia ha cerrado las fronteras a la importación de un buen número de productos agropecuarios europeos y, de rebote, ha acabado afectando al sector porcino de Castellón. ¿Cómo? Hundiendo los precios. Alemania, principal productor de porcino de la Unión Europea (UE), no puede vender en Rusia y desvía su producción a otros mercados europeos, que empiezan a estar saturados de carne de cerdo. Y a más oferta, precios más bajos. “La caída de precios se estima en un 25% y ahora las cotizaciones se sitúan un 10% por debajo de los costes de producción”, advierte Cristóbal Aguado, presidente de la Asociación valenciana de Agricultores (AVA-Asaja).

La caída de precios afecta al cien por cien de los productores de Castellón, tanto a los que trabajan en circuito integrado (engordan los lechones para una empresa integradora) como a los que trabajan por cuenta propia. “Alegrías no tenemos ninguna y, problemas, muchísimos”, resume Pepe Girona, productor de carne de Les Coves de Vinromà.

Girona trabaja para una gran compañía integradora y, aunque en teoría los vaivenes del mercado internacional deberían afectarle menos, han acabado por perjudicarle, ya que el grueso de las compañías ha bajado la cantidad de dinero que dan al productor por engordar el ganado. Un ejemplo. Si hasta hace pocos meses un ganadero de Castellón percibía 100 euros por cerdo, ahora recibe 7. “El problema es que eso es solo la puntilla. En los últimos años los costes se han multiplicado, el gasoil, la luz, las cotizaciones a la Seguridad Social... y los precios han ido a la baja. Cobramos igual que hace 20 años pero los gastos fijos se han disparado”, denuncia Girona.

Antonio Bou trabaja por cuenta propia. Posee un granja en Villahermosa del Río y también denuncia la escasa rentabilidad del sector. “El veto ruso nos está acabando de hundir, pero este sector tiene muchísimos problemas más. Y el principal es Hacienda”, argumenta. Bou se queja de la alta carga burocrática y de la cantidad de impuestos a los que les toca hacer frente. “Prácticamente el 25% de nuestro tiempo lo dedicamos al papeleo”, se queja. “El año que te va bien te crujen a impuestos y el año que pierdes dinero nadie se acuerda de tí”.

EXPLOTACIONES A LA BAJA // Con este panorama, no es de extrañar que el número de explotaciones de ganado porcino con las que cuenta Castellón vaya en claro descenso. Los datos que maneja la Unió de Llauradors revelan la existencia en la provincia de 483 explotaciones. En el 2008 eran 568. O dicho de otra manera: en apenas cinco años, las granjas de cerdo han descendido en un 15%. Y con la producción ocurre lo mismo. Se ha pasado de 1,5 millones de animales en el 2008 a 1,4 al cierre del pasado año. H