Dicen los psicólogos que mentimos seis veces al día. No creo demasiado en las estadísticas por aquello que decía Disraeli o Mark Twain, no recuerdo: Hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas. Pero, sí es cierto que se miente mucho, por intereses ocultos y por obtener algún provecho. Allá por el siglo XVIII, Swift escribió un libro de referencia: El arte de la mentira política. No menos explícito fue Maquiavelo al decir que “el arte de la mentira política es el arte de decir falsedades saludables con vistas a un buen fin”. (¿Qué fin?). Aunque mentir no es patrimonio exclusivo de los políticos, ni todos ellos mienten.

Las verdades duelen y hay que aceptarlas; esta es, probablemente una razón por la que se prefiere mentir antes que decir la verdad. Por otro lado, la mentira tiene patas cortas, aunque si se repite mucho acaba pareciendo verdad. Y quienes mienten lo saben. Y hasta el mismo arte se ve involucrado en este razonamiento. Porque ¿qué es el arte sino una manera de disfrazar la realidad? Sin embargo, la mentira del arte nos acerca, paradójicamente, a la verdad.

La mentira, se dice, nunca muere de vieja; en cambio la verdad permanece siempre. Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de retorno. Crear un mundo dominado por la verdad es deber de todo ser humano público, especialmente, y erradicar la mentira, de todo ciudadano.

*Profesor