La democracia es mucho más que los partidos políticos. Imagínense la democracia como una balanza. En una parte tenemos a los políticos y a sus partidos, elecciones, parlamentos, directores generales, etc. Es decir, la política. En la otra, a los ciudadanos con sus asociaciones y organizaciones: hospitales, empresas, universidades, organizaciones cívicas y solidarias, movimientos sociales, iglesias, sociedades, etc. Lo que llamamos sociedad civil. Pues bien, la democracia funciona cuando la balanza está equilibrada. Todo lo contrario a la situación actual.

Los políticos han ido ocupando todos los espacios que hemos ido dejando en nuestra retirada al ámbito privado. Se reparten el poder judicial, controlan los medios de comunicación, se sientan en los consejos de las principales empresas, eligen a los directores de nuestras escuelas, hospitales y, pronto, de nuestras universidades. Unos partidos que internamente no funcionan democráticamente, que no responden de sus incumplimientos ni de sus actuaciones. Aún estamos pagando su intromisión en las Cajas de Ahorro.

Si queremos salir de la crisis debemos aprender una lección básica: la democracia va más allá de la acción de los políticos. Es la sociedad civil quien tiene la responsabilidad de cambiar la situación, incluso a los propios partidos políticos. Ellos no lo harán ni ahora ni nunca por sí mismos. Nuestra crisis no es tanto una crisis de valores, como una crisis de valor, en el sentido original de valentía, de fuerza. Es el resultado de una sociedad civil desorganizada y desmoralizada. Pensemos, por ejemplo, en la desaparición de Canal 9. H