Ni el rugido del Tigre Falcao ni los latigazos de Adrián, uno de los futbolistas revelación de la temporada, inquietaron a súper López. Ni un atisbo de nerviosismo en los hombres de Lotina, que hicieron gala de un autocontrol impresionante. Sobre todo cuando, pese a la tranquilidad aparente con la que se desarrollaba el encuentro, la cercanía del abismo se convertía en una amenaza latente que no lograba despegarse del cuerpo de ninguno de los 23.000 amarillos que convirtieron el Madrigal en un templo de fe amarilla.

TENSIÓN EN AUMENTO // Ni Marcos Senna, empeñado en manejar con destreza, firmeza, inteligencia y frialdad los mandos del Submarino, lograba quitarle un ápice de presión a la caldera de los nervios en la que se convirtió el Madrigal. El paso del tiempo azuzaba el fuego con una fuerza desmesurada. El Villarreal apuntaba peligro, pero como ha sido una constante durante toda la temporada, el ruido no acompañaba la recogida de las nueces.

Los corazones solo habían hecho un pequeño calentamiento. Lo que esperaba en la segunda parte del encuentro era un auténtico test de aguante al sufrimiento. El Atlético de Madrid alentó la taquicardía del Madrigal. Ni el gol del Málaga obra de Rondón en el minuto 54, que dejaba a los colchoneros sin ninguna opción de conseguir una plaza para la próxima edición de la Champions, frenó el ímpetu del equipo de Diego Simeone. El lataral zurdo Luis Filipe estrelló un balón en el travesaño aprovechando un despiste de la zaga amarilla. Dos minutos después Falcao fusiló a Diego López, quien respondió con una parada espectacular que mantenía en todo lo alto las opciones de permanencia del Submarino.

MUCHO MIEDO // El Atlético de Madrid asumió el control emocional del partido. Y a Miguel Ángel Lotina, igual que sucedió en Mestalla, en la jornada anterior, transmitió miedo y metió al Villarreal completamente encerrado en su área. El cambio de Wakaso por Hernán Pérez era un presagio negativo. Y la película habitual de la presente temporada, por desgracia, volvió a repetirse.

Un centro sobre el área en un lanzamiento desde la esquina encontró la cabeza de Radamel Falcao en el minuto 88 batiendo a Diego López. Era el principio del fin. Todo quedaba pendiente de que el Rayo no ganara. Pero el mazazo definitivo llegaría en el descuento. La radio transmitió la noticia definitiva. En Vallecas se ponía la puntilla al Villarreal. H

Otra derrota postrera hundió al Villarreal en Segunda División. El Atlético de Madrid, que no se jugaba nada ya en el tramo final del partido con la clasificación para la Champions en manos del Málaga, ejerció de enterrador de un equipo que acabó el encuentro con el miedo en el cuerpo y encerrado en su área. Miguel Ángel Lotina pagó muy cara su falta de valentía.

Ninguno de los 23.000 espectadores que acudieron ayer al Madrigal esperaba disfrutar con el fútbol. Era un día para exteriorizar emociones e interiorizar sufrimiento y nervios a grandes dosis. La descarga de adrenalina saldría a la luz un minuto después de que el árbitro señalara el final. Los exiliados compañeros de las emisoras de radio iban a ser los encargados de insuflar desde las ondas una tensión añadida a 90 minutos de fútbol.

El cóctel amenazaba con ser explosivo. Cuando el Madrigal se pinta con pinturas de guerra… da miedo. Sucede en contadas ocasiones, pero anoche era una de ellas y desde los cuatro rincones del estadio se contagiaba un ambiente mágico, especial, eléctrico, que erizaba la piel más resistente a las emociones. Por suerte, la tensión no se trasladó al terreno de juego. Igual que en el Molinón, el Villarreal se armó de veteranos de guerra para la ocasión. Los galones de Marcos Senna, Bruno y Marchena le dieron empaque al equipo en el centro del campo.

El Submarino supo nadar y guardar la ropa ante un Atlético de Madrid que despertaba más respeto por los nombres de sus camisetas que por ser una amenaza real. Diego López disfrutó de los primeros 45 minutos más cómodos de toda la temporada.