Hacía años que la plaza de toros de Castellón no lucía tan llena y guapa como ayer. Un gustazo ver los tendidos a rebosar, las escaleras repletas y las bocanas o vomitorios escupiendo gente en todo momento. Castellón ha vuelto a recuperar el color y el peso del que siempre presumió cuando era todo un referente de principio de temporada. Uno sacaba pecho cuando los forasteros aceptaban convencidos la recuperación de una Magdalena que iba de capa caída. El público, como soberano que es, dejó bien patente ayer, y seguro que lo hará hoy y mañana también, los carteles que quiere ver.

Estábamos pendientes del cielo. Amaneció encapotado y el frío hacía presagiar una tarde desapacible. Pero ni el viento ni la amenaza de lluvia frenó los ánimos de los aficionados. No importaba pasar frío, ni mojarse, con tal de no perderse una tarde que apuntaba aires de grandeza. La lluvia esperó y no fue hasta finalizar el festejo cuando comenzaron a mojarse las calles. Mérito tienen los aficionados. Eso es afición de verdad.

Volvía la corrida de Núñez del Cuvillo y lo hacía con el mal sabor de boca del año pasado. Parece que quiso resarcirse el ganadero, sobre todo de la presentación. Esta vez se mejoró el trapío de los toros. La corrida de Cuvillo tuvo remate y sobre todo, mejores caras, acorde a la categoría de una plaza como la de Castellón. Y lo importante es que facilitaron el triunfo de dos toreros como Manzanares y Castella, que lograron abrir la puerta grande y aprovechar las buenas condiciones de sus respectivos lotes. Menos suerte tuvo Morante con el lote de menos opción.

Con firmeza y absoluta convicción pasó Sebastián Castella por esta plaza. Tanto es así, que hoy se ha ganado por méritos propios la sustitución de Roca Rey. El francés convirtió la plaza en un hervidero. Gustó a la parroquia castellonense, cautivada por su valor sereno y firmeza.

Al segundo de la tarde lo recibió intercalando verónicas y chicuelinas muy jaleadas. Cambió el tercio el francés con apenas un picotazo. Se lo dejó crudo y se notó, porque el toro se vino arriba y embistió por abajo muy humillado, con celo y repitiendo. Buen toro. Encastado, que sacó fondo de bravo y respondió a la franela del francés. Aunque comenzó la faena por el pitón izquierdo, se acopló mejor sobre la diestra Castella, corriendo bien la mano, con autoridad y ligazón. Faena a la altura de un toro bravo. Tras un final de cercanías, mató de media trasera y un estoconazo arriba. Cortó una oreja.

Fue una pena que el quinto se viniera tan pronto abajo. De buena condición, el de Cuvillo embistió galopando con buen son en los primeros compases. Inició la faena con estatuarios metiendo al público en la faena. Una primera tanda, otra vez el toreo asentado y en redondo, hizo presagiar lo bueno, pero al toro se le escapó el gas y se quedó muy aplomado. Mando y ligazón en la primera parte, para buscar después un toreo más efectista entre los pitones de un animal más apagado. Buena estocada arriba, de lo mejor de la faena, que le valió para cortar una oreja con fuerte petición de la segunda. El presidente Antonio Aguilar se mantuvo en su sitio y no se la dio. Bien por el palco, que a lo largo de esta feria están manteniendo un criterio riguroso y justo para todos. Y es que Castellón debe hacerse respetar y que los triunfos logrados, tengan la importancia que merecen.

LA ELEGANCIA// Manzanares fue el otro triunfador de la tarde. Fue desastrosa la lidia al tercero de la tarde, un toro al que no lograron sujetar e imponer orden. Se definió el cuvillo en la muleta, donde a pesar de que siempre estuvo pendiente de los adentros, buscandola querencia, sacó motor y temperamento. Embistió mejor cuando Manzanares le dio distancia y aprovechó la inercia del viaje. Poco a poco se fueron acoplando toro y torero, sacando el alicantino su versión más poderosa. Un muletazo a cámara lenta muy profundo desató un ole rotundo. Fue toro de los que exigen a principio de temporada. Quizá en agosto, con el torero más rodado, todo hubiese sido más redondo. Mató de una estocada entera pelín caída, paseando un apéndice.

Con buenas verónicas recibió Manzanares al sexto, un toro de muy buena condición y calidad pero que acabó algo venido a menos. Fue pronto el de Cuvillo, que galopó con boyantía a la muleta de un Manzanares que le dio distancia y lo sujetó con suavidad. Brotó el temple y el toreo de enjundia del alicantino: el medio pecho, la planta asentada, el mentón hundido, encajado… gustándose en todo momento. Faena venida algo a menos con el toro más apagado. Clave para la concesión de la oreja fue la estocada, en la suerte de recibir, que cayó algo contraria, pero resultó efectiva. Oreja y puerta grande para el de Alicante.

MORANTE, SIN TOROS// Poco pudo hacer Morante de la Puebla con el endeble jabonero sucio que abrió plaza, que ya de salida embistió con las manos por delante impidiendo el lucimiento del sevillano con el capote. Apenas castigado en el caballo, comenzó la faena con el toro muy aplomado, sin poder ligar las series. El de La Puebla estuvo muy por encima del cuarto, un toro al que le faltó raza y entrega durante toda la lidia. Pero el sevillano supo aprovechar lo poco que tuvo el animal, en una faena en la que predominó la sutileza y la torería de todo cuanto hizo. Delicioso el inicio de faena. El toreo de Morante estuvo repleto de naturalidad y buen gusto. La técnica, al servicio del arte. No estuvo acertado con el acero.