Joaquín Bernadó, considerado el torero catalán más importante de la historia, ha fallecido hoy en Madrid a los 86 años a causa de una larga enfermedad, han informado a Efe fuentes cercanas.

Nacido en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) el 13 de agosto de 1935, Bernadó quiso ser diestro gracias a la afición de sus padres, que ya de pequeño le llevaban a los toros en la Monumental de Barcelona, respirando, además, el ambiente taurino que había a mitad del siglo pasado, sobre todo en el barrio de El Raval.

Debutó de novillero en la antigua plaza de Carabanchel, en Madrid, el 25 de abril de 1953 y desde entonces hasta que tomó la alternativa cogió mucho ambiente en su Barcelona natal, donde se anunció en numerosas ocasiones con el ídolo de la afición local, José Borrero "Chamaco", con quien protagonizó una exitosa dupla.

La alternativa, en Castellón

Se doctoró como matador de toros el 4 de marzo de 1956 en Castellón, con Antonio Bienvenida y Julio Aparicio, de padrino y testigo, respectivamente.

Diestro elegante y de corte fino, Bernadó fue un torero muy querido tanto en Barcelona natal, donde toreó cerca de 250 tardes, en Madrid y también en Latinoamérica, sobre todo en México, donde llegó a ser el espada español con más paseíllos trenzados, en Colombia y en Perú.

Un despedida a su altura

Su retirada de los ruedos se produjo el 24 de septiembre de 1983 anunciándose como único espada en la Monumental barcelonesa, aunque el 18 de mayo de 1990 volvió a vestirse de durante el ciclo de San Isidro y tres años más tarde tomó parte del festival "Homenaje a la Tercera Edad" del Imserso, celebrada también en la Monumental madrileña.

Una vez apartado de los ruedos definitivamente comenzó a trabajar como profesor de la Escuela Taurina "Marcial Lalanda" de Madrid, donde ejerció su actividad docente durante muchos años, y también fue una de las voces de las retransmisiones taurinas de Telemadrid hasta su retirada hace aproximadamente un lustro.

Desde entonces adoptó una vida tranquila en la localidad de Canencia de la Sierra (Madrid), donde era muy querido y hasta le tributaron con un festival taurino en su honor.