La temporada veraniega será sensiblemente mejor a la del 2020, pero todavía quedará lejos de los años previos a la pandemia. Esta son las primeras impresiones del sector turístico de Castellón ante una campaña que ya ha empezado a tomar velocidad con la reapertura de buena parte de hoteles en las últimas semanas. En cambio, lo que permanece invariable es la oferta en número de establecimientos, y no parece que la tendencia de estancamiento cambie en los próximos años.

Los datos oficiales de Turisme Comunitat Valenciana reflejan que el litoral de la provincia, dedicado casi en exclusiva a alojar a turistas, contaba a finales del pasado año con un total de 113 hoteles. Un número que apenas se ha movido en la última década. Desde el 2011 solo han sido seis los nuevos negocios implantados, que tienen un tamaño pequeño o mediano. Un freno respecto a lo ocurrido en los primeros años de este siglo, con la aparición de grandes complejos hoteleros como los de Marina d’Or en Orpesa, o establecimientos de Peñíscola con cientos de habitaciones.

La presidenta de la Cámara de Comercio, Dolores Guillamón, explica esta parálisis de nuevos proyectos «en la ley de la oferta y la demanda, ya que la provincia tiene un turismo muy estacional y por el momento el número de visitantes no crece como para ampliar la planta hotelera». Un panorama que cambiaría en el caso de que aumente de manera sensible la cantidad de turistas, especialmente extranjeros.

Potencial

El vicepresidente ejecutivo de Ashotur, Luis Martí, coincide en que la evolución de las plazas hoteleras «crece acorde con la demanda», aunque considera que Castellón «tiene una gran capacidad de crecimiento, y lo hará cuando consiga internacionalizarse más y desestacionalizarse». Para que este paso adelante se dé «la evolución del aeropuerto también es básica a ese respecto», detalla, quien añade que había «alguna inversión prevista, pero se ha visto truncada por la pandemia».

Desde la patronal autonómica Hosbec su vicepresidente en Castellón, Javier Gallego, asegura que el motivo de que no crezca el número de hoteles «es muy simple, porque hay una falta de rentabilidad», que anime a una gran cadena turística o inversores externos a incrementar el número de camas. Los números solo salen «cuando los empresarios tenían los terrenos en propiedad o los han conseguido a buen precio», prosigue Gallego, pero «una temporada tan estacional, de apenas unos meses, no permite pensar en que haya un crecimiento».

Renovación

Repetir cada año con prácticamente el mismo número de hoteles en la provincia no supone la falta de inversiones en este campo. Ejemplo de ello es la adquisición, en años pasados, del Trinimar de Benicàssim y el Koral de Orpesa por parte de una cadena de Benidorm. Un cambio de manos que ha ido acompañado de una inversión en la mejora de las instalaciones. También se ha dado este fenómeno en Peñíscola. El antiguo Los Delfines fue vendido a la compañía Hoteles Mediterráneo, y desde hace unos días opera con el nombre Castillo de Peñíscola, después de una reforma que solo mantuvo la estructura del edificio. Un caso parecido al del María Cristina, que todavía no ha finalizado las obras.

Otro caso semejante se localiza en Alcossebre. Uno de los negocios más antiguos del destino, el Jeremías, fue adquirido y derribado para edificar en su lugar un complejo de mayores dimensiones, el Alcossebre Sea Experience.

Evolución en el número de hoteles en Castellón durante la última década. G. Espinosa

Apartamentos

En cambio, el número de plazas de apartamentos turísticos ha experimentado un considerable incremento en la última década. El mismo anuario estadístico de Turisme revela que el incremento de plazas en esta modalidad de alojamiento en el conjunto de provincia es del 67%, al pasar de las 44.061 en el 2011 a las 73.691 a finales del pasado año. Un aumento que puede explicarse por las campañas de inspección puestas en marcha por las autoridades y el auge de plataformas de reservas por internet. Aún así Gallego mencionó que el impacto económico del turismo de hotel «es 30 veces mayor que el aportado por los apartamentos».

Benicàssim es la única excepción con dos proyectos

Solo la ciudad de Benicàssim rompe la tendencia generalizada en todo el litoral de la provincia, y en los últimos años ha protagonizado la mayor parte de nuevas incorporaciones al listado de hoteles. Es el caso de dos pequeños establecimientos surgidos en el último lustro en el centro urbano, además de un negocio algo más grande, surgido alrededor de la reforma de una villa. Un movimiento que seguirá en unos meses, con dos proyectos. 

Uno de ellos se localiza entre la playa de l’Almadrava y Torre Sant Vicent, y ya cuenta con la licencia para realizar las obras, pero cuya construcción no arrancará hasta que acabe este verano. La iniciativa se realiza conjuntamente con un bloque de apartamentos. El otro tiene como emplazamiento el entorno de Heliópolis, con el aprovechamiento de la parcela en la que estuvo durante años el esqueleto de un bloque que nunca llegó a ejecutarse. El terreno, que tiene uso hotelero, lo compró un promotor y ya efectuó el derribo de la estructura. Estas iniciativas harán posible un repunte en el número de camas hoteleras de Benicàssim, que apenas han aumentado desde hace décadas, al centrar su crecimiento en un modelo residencial. E. BELLIDO