Cada mes la industria de Castellón produce ahora hasta 30 millones de mascarillas. Una cantidad que hace un año era impensable y que sitúa al territorio al frente de la fabricación de este material en la Comunitat Valenciana, pues el conjunto del territorio confeccionó 38,7 millones de cubrebocas en el 2020 por valor de 20,5 millones de euros.

Hasta llegar aquí las compañías han atravesado un largo proceso de reconversión y de superar obstáculos, como atestiguan en el territorio provincial la textil Marie Claire o la firma Airnatech.

Y es que el de 2020 fue un año de frenos durante el que muchos sectores vieron cómo su actividad menguaba. La pandemia aterrizaba en nuestro día a día y las industrias, como todos, hacían lo que podían entre los huecos que dejaba el virus. Muchas hacían incluso más: empresas que se dedicaban al metal de pronto estaban envueltas en la protección contra el covid, entidades que trabajaban con el plástico se despertaban con la publicación abierta del diseño de una pantalla de protección. En la Comunitat Valenciana se dieron numerosos casos como estos y ahora sabemos, además de lo importantes que fueron para cubrir las necesidades del momento, cuál es su repercusión económica.

Además de las mascarillas, junto al resto de productos elaborados para frenar la propagación del covid, el territorio autonómico obtuvo más de 80 millones de euros, según datos publicados por la Generalitat a partir de información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Respuesta a necesidad

Las mascarillas son el artículo más presente en nuestro día a día, aunque hay un producto, potenciado en estos tiempos, que triplica los ingresos de la producción de este género en la Comunitat Valenciana: los geles hidroalcohólicos. La fabricación de estos desinfectantes en España fue de 85.545 toneladas por valor de 296 millones de euros. El 35 % de esta elaboración tuvo lugar en la Comunitat, desde donde salieron 30.668 toneladas por un valor que alcanzó los 603 millones. La Conselleria de Economía destaca la «generalización» de los productos de protección a raíz de la crisis sanitaria, y el INE el «notable efecto» de estos en la fabricación. Aunque la industria necesitó un comprensible engranaje para arrancar, logró dar respuesta a las necesidades del mercado.

Aunque el producto estrella, aquel que vivió un vaivén entre lo no aconsejable y lo obligatorio, y que aún hoy se demanda a diario, pese a que con menos entusiasmo, son las mascarillas. Se produjeron un total de 38,7 millones de unidades por un valor de 20,5 millones de euros entre Alicante, Valencia y Castellón en 2020. De entre todas ellas, 3,4 millones fueron mascarillas con filtro FFP, por valor de 3,9 millones de euros.

El 13% del total

En el ámbito nacional, las ventas de tapabocas fabricados supusieron 149 millones de euros por 293 millones de unidades. De estas, 265,4 millones fueron de protección facial y 27,6 millones con filtro. Es decir, el 13,2 % del total se produjo en la Comunitat, a donde fueron a parar el 13,7 % de los ingresos por la producción de estos artículos en el conjunto de España.

Dos compañías castellonenses fueron las principales contribuyentes a alcanzar este porcentaje. La histórica Marie Claire, recién adquirida ahora por el grupo Think Textil, convirtió en los momentos más duros de la pandemia su producción de textil para destinarla a la elaboración de mascarillas desde Vilafranca con el sello made in Castellón.

Sus entonces propietarios mantuvieron activa a gran parte de la plantilla en un momento marcado por los ERTE para aportar más de 5 millones de cubrebocas y 650.000 batas de protección para el personal sanitario.

No obstante, el emprendimiento también fue otra de las principales virtudes que surgieron ante los tiempos de dificultades que corrían. Airnatech es una compañía con sede en la capital de la Plana que surgió de la imperante necesidad de protegerse frente al coronavirus y la necesidad de proveer de un material entonces escaso a la sociedad castellonense.

El socio fundador y gerente de la mercantil, Javier Llorens, analiza su arranque como intermediarios y su posterior adaptación para «hacer la mejor mascarilla del mercado». La innovación y el desarrollo conforman las bases de esta iniciativa empresarial surgida principalmente de la necesidad: «Desarrollamos la mascarilla pensando en lograr la máxima protección y que la población la usar cómodamente al tener la máxima respirabilidad posible», detalla.

Más de un año después Airnatech ha conquistado gran parte del mercado de este producto. Solo ello producen hasta 28 millones de mascarillas al mes, lideran la fabricación en España y son los segundos de Europa. «Ha sido todo muy rápido y lo más difícil es adaptarse a un mercado muy cambiante y con el reto de los picos de demanda con las colas de coronavirus», añade Llorens.

Incluso son ahora los proveedores del Comité Olímpico Español y han llevado su creación a los Juegos Olímpicos de Tokio. Todo desde Castellón y «apoyado en la industria de la zona, que ya es puntera y nos ha permitido basar aquí todo nuestro desarrollo e innovación».