No es novedad pero la situación, precisamente este verano, es incluso más complicada que otros agostos. Si las medidas anticovid y el aumento de trabajo que ha conllevado la pandemia ya generaban problemas de acceso de los pacientes a sus centros de salud —que se han intentando solventar estos meses ampliando centralitas y permitiendo gradualmente de nuevo el acceso— la cuarta ola y las necesarias vacaciones de personal sanitario han terminado de complicar las cosas. Así, y según denunciaron ayer desde el Sindicato Médico CESM y pudo comprobar este diario, la espera para poder ver al médico de Familia puede llegar a ser de dos semanas, incluso de más según el centro de salud que tengamos asignado.

«Volvemos a tener listas de espera para ver a los facultativos de 15 días y no podemos forzar más las agendas porque ya estamos viendo nuestro cupo de pacientes y el de nuestros compañeros que están librando y a los pacientes covid», asegura Mª José Gimeno, secretaria provincial del CESM en Alicante y facultativa en el centro de salud de San Blas.

Es la tónica en muchos centros de salud. A través de la App GVA Salut o a través de la página web si nuestro médico asignado está de vacaciones, no da siquiera opción a coger fecha. Se ha de llamar por teléfono para que nos vea otro especialista. En el caso de que esté disponible el titular, son muchos los que tienen las agendas completas en una semana o incluso en dos, como pasa con algunos médicos del centro de salud Campamento de Paterna, alguno de Requena o Alaquàs, entre otros, según ha podido comprobar este diario. Desde Sanidad, siempre han recordado que ante las urgencias, siempre se puede conseguir hora llamando al centro de salud, incluso en el día, pero a costa de los profesionales.

El mismo colapso se ha vivido otros veranos ya que desde hace unos años, el plan de vacaciones por el que la Conselleria de Sanidad prevé refuerzos no logra cubrir las plazas vacantes. Bien porque las sustituciones se quedan cortas o bien porque nunca hay tantos especialistas en bolsa para ser contratados. Este año, Sanidad tenía previsto contratar para el plan de vacaciones y refuerzo a 6.500 sanitarios que se unían a los refuerzos covid-19 que no fueron despedidos en mayo. Esas son las previsiones, pero año tras año, los sindicatos denuncian que la falta de personal disponible hace que nunca se llegue a esas cifras.

Y este año más: el plan de vacaciones preveía contratar a 6.500 trabajadores justo después de que se prescindiera de 3.300 refuerzos covid-19. «Hubieran sido muy necesarios pero no se les mantuvo y cuando se ha vuelto a echar mano de bolsas para contratar, esa gente ya había encontrado trabajo en otros sitios», critica Mª Dolores Celdrán, médica de Familia y delegado de Intersindical Salud.

Ola joven: muchos casos leves

Los contratos que se han podido cerrar no han sido suficientes a tenor de las quejas de pacientes y de los sindicatos. Este año, el problema añadido lo ponen las peculiaridades de la cuarta ola que «ha terminado de darnos la puntilla», añade Gallego. Con el avance de la vacunación, esta cuarta ola ha contagiado, predominantemente a gente joven, que ha tenido síntomas leves. De esta forma, la gran mayoría de contagiados desde junio han sido atendidos en sus centros de salud, lo que ha añadido trabajo al trabajo que ya de por sí había con «la mitad o un tercio de los profesionales trabajando» ya que las vacaciones «eran necesarias».

Desde Intersindical Salud, Celdrán recuerda que las plantillas de Primaria ya estaban «infradimensionadas» y la pandemia «está complicando más el trabajo. Si no se dimensionan correctamente las plantillas no vamos a poder hacer frente a todo, y ya se tuvo que relegar el trabajo de atención continuada a crónicos solo por lo más urgente en lo más crudo de la pandemia y tenemos que volver a atender con normalidad a todos los pacientes».

Sanidad mantiene activos a 2.156 rastreadores, 50 del Ejército

No solo es atender a los pacientes covid con síntomas leves. En los centros de salud se lleva a cabo también la labor de rastreo para buscar a los contactos y contener la transmisión. Para ello, la Conselleria de Sanidad tiene activos aún a 2.106 rastreadores, además de una cincuentena de miembros del Ejército que, en época de más trabajo, llegaron a ser 300. No están en todos los centros de salud y hay perfiles que se contrataron en su día para este menester (por falta de otros sanitarios) «que hacen trabajo pero no son tan efectivos como los documentalistas, que no pueden pedir ellos directamente las PCR», asegura Mª Carmen Gallego, médica de Familia y también representante del sindicado Médico. La cuarta ola ha superado la capacidad de estos rastreadores y hay un 44 % de casos en los que se ha perdido el rastro del contagio.