El insulto constante al llegar a clase, la marginación a la hora del patio, las agresiones físicas o, ahora también, en la distancia, entrando directamente en la intimidad a través de las redes sociales y las plataformas digitales. El acoso en los menores hace tiempo que dejó de ser considerado como una «cosa de niños» y se ha convertido en un riesgo para la salud mental de las víctimas. Según señalan desde Save the Children, el acoso escolar y ciberbullying son de los factores de riesgo más importantes para uno de los problemas más acuciantes en la infancia: el suicidio.
Según las cifras de esta organización dedicada a la infancia, sufrir este tipo de situaciones multiplica por 2,5 las probabilidades de que los menores intenten quitarse la vida. El suicidio se convirtió en 2020 en el principal motivo de muerte por causas externas en los menores y adolescentes de entre 10 y 19 años, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Los números oficiales señalan que el 31 % de los fallecidos en este grupo de edad fueron menores que se quitaron la vida. Como advierten psicólogos como Jaume Amorós, «cada niño es un mundo» y hay quienes al ser víctima de ciberacoso puede mostrar síntomas. Este investigador, además de experto en seguridad digital y control parental, señala que como «nadie puede juzgar mejor que los padres y madres su comportamiento diario, es importante observar su conducta».
Siete síntomas
Así, apunta hasta siete posibles síntomas que pueden dar una voz de alarma de que el menor está sufriendo una situación de acoso. Una de las que señala es que no quiera ir al colegio. «En la mayoría de los casos de ciberacoso, los acosadores conocen a la víctima en persona, lo que significa que es probable que sean compañeros en el colegio o instituto», expresa.
Aconseja también fijarse en los hábitos de consumo de tecnología. Si antes le gustaba y ahora lo rechaza o muestra ansiedad al recibir notificaciones puede ser un síntoma. También los ataques de rabia o ira tras conectarse, aunque Amorós advierte que para estos hay «muchos otros motivos».
La preocupación puede también generar ansiedad, cambio en los hábitos del sueño o pérdida de apetito, entre otros síntomas.
