Reducir las emisiones de carbono, descarbonizar, ya no es una opción. Y uno de los retos más acuciantes es el del aumento del porcentaje de uso de las energías renovables frente a los viejos combustibles fósiles. La solar y la fotovoltaica emergen como la alternativa prioritaria y en España el objetivo es conseguir un 90% de producción eléctrica verde en 2040. La Comunitat también aspira a lograr la soberanía energética y, aunque parte de una posición de desventaja, la Generalitat prevé acelerar el paso para cumplir el objetivo marcado llegar al 2030 con una potencia instalada de 10.000 megavatios (MW) «Las renovables son la solución y no el problema y eso lo tiene que tener claro todo el mundo», asegura Rebeca Torró, secretaria autonómica de Economía Sostenible. Y entre los argumentos a favor de la urgencia de las renovables, destaca la necesidad de un cambio de modelo económico, atraer inversiones y abrir nuevas industrias
La implantación de renovables es más urgente que nunca y si en la Comunitat la tarea es hercúlea, en Castellón todavía lo es más. Y la explicación radica en que la provincia se encuentra a la cola en nuevas infraestructuras con las que descargar la potencia que se generaría en los algo más de 60 proyectos de plantas solares previstos (52 los tramita el Consell y el resto el Ministerio de Transición Ecológica, dado que superan los 50 megavatios).
Un freno a las renovables
Mientras que en provincias como Badajoz, Cáceres o Cuenca sí se han previsto infraestructuras para facilitar la implantación de renovables (en Badajoz, por ejemplo, hay prevista cinco nuevas subestaciones para renovables), en el mapa nacional de nuevas infraestructuras Castellón aparece como una isla: cero inversiones en una provincia que, paradójicamente es una de las que más energía consume y donde las renovables son clave para impulsar los proyectos de hidrógeno verde, la gran esperanza del azulejo para no depender del gas.
El ninguneo que ha sufrido hasta ahora Castellón, además de frenar el desarrollo de las energías limpias, provocará que a las empresas promotoras de las plantas fotovoltaicas no les quede otra que construir una línea de alta tensión que baje desde los parques (la gran mayoría están proyectados en Coves, Vilafamés o Vall d’Alba) hasta la subestación de la Plana, en Almassora. O dicho de una manera más clara: habrá que levantar MAT (líneas de muy alta tensión) comarcales y eso, previsiblemente, provocará un gran recelo social.
Para que Castellón no pierda el tren de las renovables son básicas nuevas infraestructuras y tanto los expertos como el Consell creen que se necesitan dos subestaciones, una en la Salzadella y otra en Els Ibarsos. La de la Salzadella (REE la incluyó en 2005 en su plan de inversiones, aunque nunca llegó a ejecutarse) conectaría la ya existente línea de muy alta tensión que une la central de Vandellós con la subestación de la Plana. La subestación de Els Ibarsos lo haría con la nueva línea MAT que Red Eléctrica prevé levantar entre Morella y Almassora.
Con estas dos subestaciones, y según los expertos, se podrían evitar entre 60 y 70 kilómetros de nuevas líneas de muy alta tensión, entre ellas las que los promotores de la planta Magda proyectan para evacuar la energía que se generará en les Coves hasta la Plana.
