Un ejemplo de integración

Refugiada ucraniana en Castellón: Una Navidad a 3.500 km

Svitlana llegó a Alcalà hace casi 10 meses, junto a su hija y sus dos sobrinos, huyendo de la guerra y ahora está embarazada

Svitlana, junto a su hija de tres años, en Alcalà celebrando la Navidad.

Svitlana, junto a su hija de tres años, en Alcalà celebrando la Navidad. / Mediterráneo

No es solo un número. Detrás de las 2.473 protecciones dadas a refugiados ucranianos en la provincia de Castellón hay personas que encierran unas historias que conmueven y remueven el corazón y la conciencia. Ellos vivían como nosotros; iban al cine, al teatro, comían en el McDonald’s y vestían de Zara. Nunca creyeron que tendrían que huir de sus casas bajo el estruendo destructivo de las bombas, dejando todo, y sin poder mirar atrás. La mayoría de los desplazados son mujeres y niños.

Un claro ejemplo de ello es Svitlana, escritora de profesión, quien narró su huida casi en directo a Mediterráneo el pasado 8 de marzo. Ella tenía una vida tranquila en la ciudad de Irpin, cerca de Kiev, que sufrió fuertes bombardeos y dejó ya para el recuerdo la que es una de las imágenes de la guerra, la de numerosas familias protegiéndose debajo de un puente destruido mientras intentaban escapar.

Su destino fue Alcalà de Xivert, donde viven sus padres desde hace 10 años. Ella llegó con su hija y dos sobrinos, allí se quedó su marido y también los padres de los niños. Su propósito siempre ha sido integrarse y poder trabajar. Cada día agradece la acogida y cariño recibido.

Adecuándose a una nueva vida en Alcalà de Xivert

Ahora está viviendo la Navidad a casi 3.500 kilómetros de distancia de su tierra. Son fechas que remueven porque una parte de ella sigue allí. «El primer choque de la guerra ya ha pasado, tenemos toda la documentación y estamos estudiando valenciano y castellano», cuenta Svitlana, quien estos días disfruta con su hija, sus padres y sus sobrinos de las fiestas navideñas. «Este verano tuve una experiencia maravillosa, ya que enseñé inglés a españoles en un curso de idiomas, después estuve en un campamento de habla inglesa para niños cerca de Morella y trabajé en una tienda de ropa y accesorias en Alcalà», narra esta mujer ucraniana que da las gracias a todos los empresarios que le dieron la oportunidad.

«En septiembre, fuimos a Ucrania a ver a mi marido, porque mi hija de tres años lloraba mucho, lo extrañaba. Pero la situación allí es extremadamente peligrosa. Al llegar hubo lanzamiento masivo de misiles y fue muy aterrador, así que rápidamente regresamos aquí de nuevo», recuerda Svitlana.

Una buena noticia entre tanta desolación

De todos modos, lo que ella desconocía es que ese viaje marcaría su vida con una gran sorpresa. Tiempo después de su regreso descubrió que estaba embarazada. Y es que afortunadamente la vida sigue pidiendo paso en mitad de la desolación. «Ahora estoy buscando trabajo y haciendo la homologación de mi diploma», señala.

Sus sobrinos estudian en el instituto de Alcalà, aunque echan de menos a sus padres que se encuentran en Ucrania. «Vivir allí ahora da mucho miedo», asegura esta mujer.

Sin duda, esta Navidad será muy diferente para todos ellos, que mantienen la esperanza de poder regresar cuanto antes.

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