Un dardo narcotizante y cinco disparos de fusil acabaron ayer en Onda con la vida del toro salvaje que mantuvo en jaque a la Guardia Civil durante casi una semana, desde el pasado sábado cuando sorprendió a un cazador en la zona de las Pedrizas hasta la mañana de ayer, cuando finalmente fue abatido.

La captura del astado resultó relativamente fácil al funcionar la trampa que le tendieron, consistente en cebarlo con comida y paja en una zona concreta para estrechar el cerco y poder situarlo en el punto de mira de los francotiradores apostados.

Aunque en principio los agentes pretendían capturarlo con vida, su proximidad a la carretera CV-21, que comunica Onda con l´Alcora, obligó a sacrificarlo cuando se encontraba a 50 metros en dirección al vial, "a fin de evitar un accidente".

A primera hora de la mañana se situaron los agentes de Seprona y los efectivos de Onda en lugares estratégicos, desde donde avistaban al novillo, cerca del pienso dispuesto el día anterior.

BÚSQUEDA DEL RESPONSABLE Hacia las 9.30 horas sonaron los disparos que pusieron punto final a las pesquisas. Los agentes procedieron a cortar las orejas del toro para analizar su procedencia mediante la lectura de los crotales, una especie de pendientes que se inserta en los apéndices de los becerros antes de que cumplan un mes desde que se produce su nacimiento.

Asimismo, se comprobó que el animal no estaba marcado con el hierro de ninguna ganadería y que tanto sus pezuñas como sus cuernos estaban romos del contacto con el terreno pedregoso.

Estos indicios confirman la hipótesis que apuntaba el ganadero Juan Vicente Martínez acerca de que el toro ha crecido en libertad, desde que era sólo un becerro. La falta de marcas a fuego sobre sus cuartos traseros demuestran que se escapó antes de cumplir un año, que es cuando se procede normalmente al marcado en las ganaderías.

Los agentes arrastraron con una soga atada a un Patrol el cadáver hasta la carretera, donde fue recogido por la firma Canet, que incinerará los restos.