Entrar en los últimos tiempos en el mercado de Sant Pere del Grao de Castellón no es ni mucho menos parecido a lo que uno se imagina que debe ser un recinto de este tipo. Pocos clientes guardan su turno para ser atendidos, casi tan pocos como puestos ofrecen sus productos. Nada del murmullo habitual en otros tiempos, de aquellas conversaciones que en bastantes ocasiones eran la única excusa para acercarse hasta la plaça del poble.

Con solo tres paradas fijas, y otras dos que abren en ocasiones, no hay punto de comparación con unos años atrás, cuando una veintena de puestos ofrecía todo tipo de productos: "Congelados, salazones, pescado... hasta ultramarinos se vendían aquí", recuerda Tica, una de las vendedoras que, tras 27 años, todavía conservan su parada. Embutidos, carne, frutas y verdura es lo único que se puede encontrar hora en los establecimientos. Ni pescado se vende en el mercado desde que hace poco más de año y medio se jubiló Tàfol, el pescadero.

"Parece mentira que no haya ninguna pescadería" comenta la misma Tica. Y eso que disponer de un puesto en el mercado no es un mal negocio. Tadeo, que lleva 35 años despachando desde su puesto, estuvo en la disyuntiva entre cerrar una tienda que tenía abierta fuera del recinto o la parada del mercado, y optó por mantener esta última. El problema es el estado en que se encuentra la instalación. La aluminosis que se encontró evitó que se llevara a cabo la reforma prevista por el Ayuntamiento, la primera en los últimos 25 años.

Sin apenas mantenimiento, el deterioro del inmueble es evidente, y la causa principal del descenso de los puestos de venta. Tica así lo señala, cuando afirma que la gente joven "no entra a vender en las condiciones en que se encuentra esto". Tadeo le da la razón, e indica que son "muchos los que han preguntado para poner una nueva parada, pero tal y como está el recinto no es posible".

Para inicios de este año, el consistorio debería haber comenzado las obras del nuevo mercado, pero el proyecto todavía no está terminado. La obra es esencial para muchos vecinos del Grao, "que no pueden ir a las grandes superficies a comprar", tal y como señala Tadeo. Él mismo resalta además la función que el mercado ha tenido en la comunidad a lo largo de sus años de existencia: "Aquí ir al mercado es casi un acto social".