Además de constituir un error político, y un ejemplo claro de cómo nuestro presidente en funciones entiende la regeneración democrática, el nombramiento y posterior renuncia del exministro Soria para representar a España en el Banco Mundial nos viene de perlas para distinguir entre legal y moral, entre derecho y ética.

Legal se refiere siempre al cumplimiento de las leyes, significa que está de acuerdo con los códigos y decretos establecidos por los parlamentos y jueces. Las leyes establecen obligaciones, nos dicen lo que está prohibido o permitido, lo que podemos o no podemos hacer. Nos gusten o no, debemos cumplirlas o vendrá el castigo, al menos para algunos. En este caso, legal solo significa que no está prohibido, pero nada dice sobre si es legítimo, si está bien o mal.

Moral, sin embargo, se refiere a aquello que esperamos unos de otros, por supuesto también de los políticos. Nos dice lo que todos debemos hacer, cómo debemos comportarnos, exista o no una ley que lo respalde. Todos sabemos que mentir, engañar, robar --aunque sea para el partido-- está mal, de todos esperamos integridad y honestidad. Aquí no hay jueces, ni tribunales, tampoco púlpitos o estrados. Es la voz de este “todos” el criterio moral que resuena en nuestra conciencia y conforma la opinión pública.

Posiblemente haya influido en esta retirada el miedo a que el Banco Mundial, siguiendo su código ético, rechazara la propuesta. Pero no nos equivoquemos. Ha sido el escándalo, el bochorno y la indignación producidos los que han motivado este paso atrás y llevado a que se hable de “vergüenza”, incluso en las filas del propio partido. La moral no es ni subjetiva. H