Las empresas han sido, y todavía son, uno de los actores sociales que más incomodidad han mostrado con el procés independentista catalán. Y todavía lo muestran, pues la fuga de empresas que se van de Cataluña con dirección a Castellón y al resto de la Comunitat ha seguido en los meses previos a la sentencia contra los líderes del referéndum del 1 de octubre del 2017. En concreto, desde aquel día el número de empresas que han trasladado su sede a la provincia asciende a 107.

Así lo confirmaron a Mediterráneo fuentes del Decanato Autonómico de Registradores de la Propiedad y Mercantiles, que informaron de que el total de firmas que han trasladado a la Comunitat Valenciana su sede asciende a 412 en los últimos dos años. El goteo se inició antes del referéndum, pero se hizo evidente días después, cuando Caixabank anunció su traslado a València. La entidad financiera ha descartado en numerosas ocasiones realizar, por ahora, el camino de regreso. Entre los motivos que les llevaron a abandonar Cataluña destacaba la retirada de depósitos.

LA MAYORÍA SON PYMES

La mayor parte de las empresas que optan por la provincia de Castellón al decidir dejar Cataluña son pequeñas y medianas, y lo hacen atraídas por la proximidad geográfica y sin ubicar sus centros de producción en Castellón, sino tan solo su sede social. El motivo es el temor a que un recrudecimiento del conflicto cause problemas de liquidez o abastecimiento, pero también para evitar prejuicios en sus ventas al resto de España o el extranjero.

Los registradores explicaron que estas 107 firmas habían completado todo el proceso de traslado con fecha 27 de septiembre del 2019, con lo que el posible incremento vinculado a la sentencia y los posteriores disturbios todavía no está contemplado.

JUBILADOS

Otra consecuencia del procés es el creciente interés de jubilados catalanes en adquirir o alquilar viviendas en el norte de la provincia para huir de la inestabilidad. Inmobiliarias de localidades como Peñíscola o Vinaròs ya hace meses que detectan una mayor actividad vinculada tanto al conflicto independentista como al hecho de que Castellón es mucho más barata para vivir que Tarragona o Barcelona.