Ximo Puig dio un paso más ayer cara a repetir como candidato a liderar el PSPV en el próximo congreso, que en circunstancias normales debería ser en el 2021, cuatro años después del anterior, el de Elx. El president de la Generalitat aseguró entonces que era su último cónclave como líder, tal como había anunciado durante las primarias en las que venció a Rafa García. Ahora, sin embargo, la posición no es la misma. «Quiero liderar claramente el proyecto de progreso para la Comunitat Valenciana», dijo en una entrevista en la Cadena Ser.

No significa que está decidido que vaya a presentarse, precisan en su entorno, porque ese puerto se cruzará cuando lleguen a él, pero significa que en este momento al partido (y a la Comunitat Valenciana, puntualizan) les conviene estabilidad.

Y lo contrario a ello sería una bicefalia. Esta se produciría con Puig de jefe del Consell (hasta 2023, como mínimo) y otro dirigente socialista al frente del partido. «La bicefalia no ha funcionado históricamente», remarcó ayer el secretario general del PSPV desde el 2012.

El movimiento de Puig tiene un valor fundamentalmente preventivo: cerrar la puerta a la posibilidad de esa bicefalia. En especial, si el congreso valenciano se adelanta o se convoca en el 2021, cuando aún quedarían dos años de gobierno autonómico.

Una hipótesis que circula en los cenáculos socialistas es la organización de un congreso federal si Pedro Sánchez logra ser investido presidente. Ello daría pie a la celebración en cascada de los congresos territoriales.

Si el jefe del Consell mantuviera lo dicho en el 2017 y renunciara a presentarse, el PSPV tendría dos líderes durante un periodo extenso por delante. Ese es el paisaje que Puig quiere borrar rápido para evitar que se empiecen a generar movimientos internos y batallas entre corrientes.

Un escenario diferente es si el congreso del PSPV se aproxima a las elecciones autonómicas. Ahí, apuntan fuentes próximas al president de la Generalitat, sí está abierto que pueda no presentarse en el caso de que finalmente quiera cerrar su etapa en el Consell después de ocho años.

Pero, volviendo al presente, a punto de acabar el 2019, Puig entiende que las circunstancias han cambiado considerablemente con respecto a julio del 2017, que el momento político es otro y que no se puede mantener que no se vaya a presentar a liderar el PSPV. El contexto es diferente básicamente por la inestabilidad en el Gobierno de España. Ni siquiera los pactos que el PSOE pueda cerrar garantizan una legislatura prolongada.

En ese marco, la dirección del PSPV entiende perjudicial introducir un factor más de inestabilidad, como sería un proceso de disputa por el liderazgo del partido en la autonomía que, tras la pérdida de Andalucía en el 2018, es el principal bastión socialista y un granero de votos clave.