Es ley de vida. Todos los seres humanos nacen, crecen y, finalmente, mueren. Pero la muerte sigue siendo un tema tabú. Quizás, por eso, porque todavía cuesta enfrentarse a ella, quienes ya han expresado por escrito el tipo de cuidados que se desean recibir en la etapa final de la vida son todavía una minoría. Y eso que en los últimos meses, coincidiendo con el debate sobre la ley de la eutanasia, la cifra de personas que en Castellón elaboran un testamento vital ha ido claramente a más.

Según los últimos datos de la Conselleria de Sanitat Universal y Salut Pública, en la provincia y al cierre del 2019, un total de 2.856 personas ya tienen registrado su testamento vital, esa hoja de ruta para que los médicos sepan cuando deben parar sus tratamientos. Y pese a que la cifra todavía es baja, la estadística demuestra que cada vez son más las personas que elaboran el también llamado documento de voluntades anticipadas. El año pasado en Castellón lo firmaron 250, a una media de 20 al mes y desde el 2015 el incremento ha sido del 30%, desde los 2.198 a los casi 2.900.

Si en Castellón los números van al claramente al alza, en el conjunto de la Comunitat Valenciana la tendencia es exactamente la misma. En la región ya son 28.435 los ciudadanos que tienen testamento vital, casi el doble que en 2013, según estadísticas del Ministerio de Sanidad. En España, la cifra supera los 314.000.

DERECHO REGULADO DESDE 2002

Pese a que la estadística refleja que cada vez son más los ciudadanos que dejan por escrito cómo quieren que sean sus últimos días, la realidad es que su implantación sigue siendo muy limitada. Apenas un 4% de la población mayor de 18 año de la provincia han formalizado un testamento que es un derecho regulado en España desde 2002 por la Ley de Autonomía del Paciente. ¿Cuáles son las razones para no planificar un tramo vital al que todos estamos abocados?

Paco del Val, portavoz en Castellón de la Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), lo achaca a varios factores. Y el primero es la escasa voluntad política en difundir la existencia del documento de voluntades anticipadas. «La Conselleria de Sanitat no lo ha promocionado lo suficientemente y la gran mayoría de las personas desconocen que existe esta posibilidad», apunta. Una labor , la de difusión, que en los últimos años ha hecho esta asociación que periódicamente organiza charlas en la provincia para explicar qué es el testamento vital. «Esta misma semana, por ejemplo, hemos estado en Vilafranca», describe.

La administración no lo publicita lo suficiente, los ciudadanos y los profesionales sanitarios no acaban de tener claro qué es el testamento vital y para qué sirve y, además, está la costumbre, todavía muy arraigada, de confiar en la estructura familiar esas decisiones. Otra explicación podría ser los requisitos que se exigen a la hora de cursar el testamento vital, ya que se necesitan testigos, un hecho que también podría disuadir de hacerlo.

UN DOCUMENTO ‘FEMENINO’

Algo más del 60% de los 28.000 ciudadanos de Castellón, Valencia y Alicante con testamento vital son mujeres. «La mayoría son mujeres y la explicación reside que en ellas suelen asumir el papel de cuidadoras y, además, muchas van vivido situaciones por las que no quieren volver a pasar», sentencia Del Val.

Además, el 51% de los valencianos con documento de voluntades anticipadas tienen más de 65 años, según el Registro Nacional de Instrucciones Previas, son personas mayores de 65 años, lo que puede suponer una preocupación mayor cuanto más cerca está la muerte. «Los jóvenes no piensan en la muerte y, además, es lógico», añade el portavoz en Castellón de la Asociación Derecho a Morir Dignamente. Y las estadísticas le dan la razón. Apenas uno de cada cinco personas con testamento vital tiene menos de 50 años. Y otra curiosidad: en la Comunitat cuatro de las 28.425 personas que han suscrito este documento son menores de 18 años. Los expertos insisten en que se trata de menores emancipados «con un grado de madurez superior que lo lleva a plantearse cuestiones vitales».