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ENTREVISTA CON EL ESCRITOR

Luis Veres convierte a Montanejos en escenario de un crimen de libro

"El mal fascina. A los psicópatas les encanta practicarlo y a los demás, que nos lo cuenten", afirma el autor de 'Las voces amarillas'

Luis Veres convierte a Montanejos en escenario de un crimen de libro

Si en los buscadores de Internet introduces los términos crimen y Montanejos, los resultados te llevan automáticamente al nombre de Guillem Agulló, un joven asesinado en 1993 a manos de un grupo de nazis. Casi tres décadas después, el profesor de la Universidad de Valencia y ganador del premio de novela Blasco Ibáñez, entre otros reconocimientos, ha vuelto a teñir de sangre la bella localidad bañada por el Mijares con su novela Las voces amarillas. «El crimen de mi libro no tiene nada que ver con el de Guillem Agulló, aunque conozco perfectamente el caso porque le mataron junto a la casa de mi suegra. Aquel tenía un móvil político y este tiene motivación sexual», explica.

La pregunta que surge es ¿por qué Montanejos? Y la respuesta la da el autor, al que le une un fuerte vínculo con la provincia de Castellón, al disponer de residencia en Alcossebre: «En mi infancia pasaba todos los veranos en Montanejos y después me reenganché con el pueblo porque mi familia política tiene casa allí. Siempre pensé que es un buen lugar para cometer un crimen, no porque haya sádicos, sino porque es un sitio muy tranquilo y casi idílico».

Entre la realidad y la ficción

Afirma el escritor que la localidad «sale bien parada» en el libro, pues «se utiliza de contexto. El único escenario real es la Carnicería Tarazona, donde se come espectacular». Añade que el paisaje de la localidad del Alto Mijares «es un lugar de misterio, y me consta que en la zona hubo maquis, una leprosería o pueblos abandonados como Las Artijuelas, donde aún hoy siguen viviendo hippies, lo que da pie a una historia».

En la obra se aborda el entorno rural sin complacencia o melancolía, pues Veres constata que «ahora es cuando las cosas van mejor. Montanejos formaba parte del Castellón olvidado o de la España vaciada, y gracias al trabajo de sus gentes y del turismo ha salido adelante. Recuerdo que en mis primeras visitas el panorama era bien distinto al actual».

Uno de los temas que traslucen en Las voces amarillas es la lucha entre el bien y el mal, que sobresale en el libro más allá del crimen: «El mal fascina. Lo prohibido fascina. A los psicópatas les encanta practicar el mal y a los demás, que nos lo cuenten». Sin destripar la novela, ni revelar el asesino, durante la lectura de la novela en cuestión sí son varios los personajes que se presentan como posibles autores del macabro homicidio: «Creo que en el fondo todos somos capaces de matar. Las personas tienen su lado oscuro, pero por suerte la mayoría lo sometemos a control porque existe la empatía con el otro. Hay gente que ignora el sufrimiento de los demás, que los cosifica, y es ahí donde surgen los violadores, asesinos, explotadores o maltratadores».

Dos 'males' necesarios

Dos de los colectivos que no salen demasiado bien parados en el libro son los periodistas y los agentes de la ley. Esta es la opinión del escritor al respecto: «He trabajado con la Policía y Guardia Civil en temas de terrorismo y me han sorprendido para bien. Son gente formada, trabajadora y necesaria. En cuanto a los periodistas, son igual de necesarios. La democracia española la crearon la prensa escrita y la televisión, aunque el sensacionalismo que se recrea en el dolor sí es reprobable».

Concluye Luis Veres asegurando que según su cuñada, vecina de Montanejos, este municipio «da hambre y sueño». Podemos constatar también que gracias a este libro publicado por la Editorial Amarante, da ganas de leer.

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