El catedrático de Economía de la Universitat Jaume I Celestino Suárez participará en la V Jornada Internacional de Innovación de Mediterráneo y Simetría, que se celebrará el jueves en la Cámara de Comercio de Castellón. Suárez formará parte de la mesa redonda junto al fundador de Fever y Reby, Pep Gómez; el conseller de Hacienda y Modelo Económico de la Generalitat, Vicent Soler; el diputado provincial de Sostenibilidad y concejal delegado de Eficiencia Energética y Residuos de Castelló, Ignasi Garcia; y el director del departamento de Proyectos e I+D+i de Becsa, Francisco Vea.

¿Cuáles son los grandes desafíos empresariales asociados a la protección del medio ambiente?

La protección del medio ambiente, desde la perspectiva empresarial, conlleva unos retos en términos de eficiencia y, claramente, de rentabilidad. Ambos elementos deberían considerarse como factores de una misma ecuación. Lograr niveles elevados de eficiencia productiva promueve, evidentemente, el logro de rentabilidades más altas. Por tanto, ese desafío, el de la eficiencia, es central dentro de la articulación de cualquier estrategia empresarial.

Otro elemento crucial, resultado del anterior, es la propia competitividad de la empresa en los mercados, nacionales o extranjeros, y para alcanzarla, la empresa tiene que contar con un marco de regulaciones transparente que le asegure unos escenarios estables y consistentes en los que moverse a corto y medio plazo.

En términos más concretos, cuestiones como la economía circular, con todo lo relacionado con residuos, por ejemplo, o procesos de intercambio de emisiones, y los mercados asociados al mismo, serán elementos con los que las empresas tendrán que aprender a convivir. De forma esquemática, las empresas tendrán que diseñar estrategias, alternativas o complementarias, en dos frentes: el cambio de capacidades productivas (modelo de producción), o la modificación de su ámbito de operaciones (productos, servicios etc.).

En plena crisis del covid-19, ¿es el momento de acelerar la transformación de la economía hacia un modelo más sostenible?

Creo que la situación actual ha desviado, lógicamente, el foco de atención hacia el grave problema de salud que tenemos, y que se proyecta en lo social y en lo económico. Por tanto, lo prioritario es superar la crisis sanitaria y retornar a una situación de cierta normalidad que permita recuperar objetivos y acciones como las que estamos comentando.

No obstante, hasta en momentos como el presente se dan oportunidades para incorporar estrategias en línea con la mejora medioambiental y la lucha contra el cambio climático. Los mismos planes de recuperación aprobados por la Unión Europea se articulan en dos ejes fundamentales: digitalización y sostenibilidad.

Por tanto, quizá no podamos abordar ahora mismo acciones especialmente ambiciosas, pero es importante que mantengamos una tensión positiva y avancemos en su diseño, estando en mejores condiciones para implementarlas en cuanto las circunstancias lo permitan.

¿El mundo de la sostenibilidad está lleno de oportunidades de negocio en todos los sectores? ¿Hay algunos más preparados que otros en Castellón?

En principio, aquellos sectores más vinculados en su proceso productivo con la utilización de materias primas, energía, inputs no renovables, son los que de forma más inmediata y directa están en condiciones de llevar a cabo transformaciones de sus infraestructuras tecnológicas en la búsqueda de mayores grados de sostenibilidad. Pero, también hay que tener en cuenta que, al ser sectores más maduros, de intensidad tecnológica media, están sujetos a cierta rigidez de sus estructuras de costes y, de hecho, esto los hace más vulnerables en términos de competitividad en los mercados, especialmente los internacionales.

En el caso de Castellón, es evidente la relevancia del clúster cerámico y sus desafíos en términos de utilización de energía, materias primas y emisiones, así como los requerimientos logísticos de abastecimiento y distribución.

Múltiples elementos de un proceso de producción que, con seguridad, tendrá que afrontar retos medioambientales más ambiciosos que darán lugar a oportunidades de negocio que todavía no han aflorado.

Con rasgos muy diferentes, pero de impacto totalmente evidente, la producción citrícola también deberá contar con los propios efectos derivados del cambio climático. Desde técnicas de cultivo más resistentes a potenciales restricciones hídricas, hasta la misma adaptación varietal a criterios de consumo y demanda más sensibles a valores sostenibles, tendrán que ser elementos centrales en el diseño de una nueva agricultura más respetuosa con el medio y preparada para afrontar los cambios que vienen.

Hábleme del concepto economía de la eficiencia.

En términos generales, está vinculado estrechamente tanto al de economía como a la misma gestión empresarial. Si entendemos eficiencia como el principio por el que se consiguen unos objetivos, económicos en sentido amplio, o empresariales más concretos, utilizando la menor cantidad de recursos posibles, entonces es difícil entender que el desempeño económico pueda ser ajeno a la eficiencia. Por tanto, deberíamos considerar que este énfasis en la idea de eficiencia se refiere a que intentemos utilizar lo más racionalmente posible unos recursos escasos (los no renovables serían el ejemplo), siendo especialmente respetuosos con los efectos que su utilización pueda estar teniendo sobre el sostenimiento medioambiental de nuestro entorno.

El ODS 8 es promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos. ¿Es todo ello posible y, a su vez, ser una empresa rentable?

Es evidente que los aumentos de eficiencia que se han planteado, si podemos conseguirlos, ni van a ser inmediatos, ni constituyen la panacea que resuelva los desequilibrios económicos. Más bien, se trata de un paradigma en el que los ambiciosos objetivos que se persiguen requieren de un cambio profundo en la estrategia de acciones, instrumentos de política y recursos utilizables que han primado hasta el momento.

Y ello hay que evaluarlo desde una perspectiva global e integrada, donde empresas, consumidores y gobiernos interactuarán en escenarios muy diferentes a los actuales. Las empresas tendrán que reducir algunos costes e internalizar otros que hasta ahora les eran ajenos, asumiendo importantes retos tecnológicos. Los ciudadanos afrontarán precios que reflejarán opciones de consumo más amigables con el entorno. Y los gobiernos tendrán que articular políticas nacionales y acuerdos multilaterales para que, mediante reglas de juego consensuadas y transparentes, la interacción de esos agentes económicos asegure una asignación eficiente de recursos, acorde con los principios de sostenibilidad y conservación medioambiental que actuarán como ejes del nuevo modelo.