La vida de Carmen Allepuz, nacida en Vallibona hace 90 años, aunque residente en Orpesa y Castelló, dio un vuelco cuando le diagnosticaron un linfoma hace tres años. Después de pasar por la quimioterapia y recuperarse del cáncer, decidió poner su granito de arena en los pacientes que pasaban por el mismo trance que ella, y lo hizo como mejor lo sabe hacer: “Me gusta mucho hacer labor, así que cuando me dieron una bolsa de lana no lo pensé dos veces, me puse a coser gorros para los pacientes del Hospital Provincial”.

Su hija, Carmen Saura, supervisora de enfermería del servicio de oncología del citado centro, no esconde que esta actividad es una pasión para su madre: “A ella también se le cayó el pelo y se hizo gorritos con una mercería que cerró en Orpesa. Después, como le gusta tanto hacer punto, regaló también para algunas compañeras y como triunfaron no ha parado desde entonces. Llevará mínimo unos 60 de todos los colores. Empieza a primera hora de la mañana y así está entretenida todo el día”.

La colaboración para Carmen viene de la Mercería Ana de la Calle Navarra, pues en este establecimiento el regalan “los ovillos que sobran, los que no tienen etiqueta…”. El resultado, inmejorable según reconoce su hija Carmen Saura: “A la gente le encantan. Ahora estos días que hacía frío no se lo quitaban. Ella es muy mañosa y los hace muy bonitos y abrigan mucho; yo sería incapaz”.

La protagonista de esta historia, Carmen Allepuz, no esconde que mientras le duren las fuerzas seguirá con esta afición solidaria: “Me levanto con recelo de trabajar y llego a hacer hasta dos gorritos al día. Ahora con el coronavirus no puedo salir de casa, pero bordando, con mi hija, mis nietos y con la calefacción estoy de maravilla”.