El crespón negro a modo de divisa que lucía en los rubios de los toros en recuerdo al gran don Pablo Lozano fue símbolo de premonición. No mereció el llorado ganadero una corrida tan lúgubre en su memoria. La sangre núñez, que ha recobrado fulgor en manos de esta familia toledana, no hizo justicia a su famoso tranco de más, más bien todo lo contrario, pues hubo un tranco de menos en todos los toro. Echaron el freno, se agarraron al piso y le birlaron las ilusiones al público. Corrida mentirosa, pues en las hechuras no cabía mayor optimismo. No podía estar mejor conformado el conjunto, con seis estampas de finos cabos, bajos de cruz, cortos de manos y el lustre perfecto de los toros cuatreños pasada la primavera. Tras el enamoramiento llegó la decepción. Y el cabreo general. Y eso que se palpaba en el ambiente las ganas de toros, con un público predispuesto y cariñoso, que ya de primeras arropó a los toreros para agradecerles su presencia. Así que tras el paseíllo, la terna fue obligada a saludar.

Morante sopla una buena media al ejemplar de Alcurrucén, que después tampoco sirvió. Vicent Canelles

Morante, quiero y no puedo

Una pintura era el primero de la tarde, de pelo melocotón y lucero, corto de manos, que hizo lo propio de la sangre Núñez, salir abanto y no emplearse en los capotes. Lo paró de primeras el buen banderillero Juan José Trujillo ante el enfado algunos espectadores, que denotan falta de cultura taurina, pues siempre fue una acción justificada para este tipo de toros. Se agarró el toro al piso y nunca rompió adelante, además, se metió por los adentros con feo estilo, así que Morante optó por abreviar, que es de agradecer.

Más arrebatadas que lucidas fueron las verónicas de recibo de Morante al cuarto de la tarde, de electrizante salida, coreadas por un público que esperaba al genio de La Puebla. Se palpaba la devoción morantista en los tendidos. Solo una media en el quite comportó garbo añejo, lo demás, tuvo más forma que fondo. Quiso Morante pero lo desbarató el toro, que se desfondó pronto. Un soberbio par de Trujillo y la diana floreada interpretada por El Soro, sentado en la meseta de toriles, fueron solo un espejismo. El torero de Foyos, que sigue siendo ídolo en esta plaza, se sacó una trompeta de la manga y le echó arrestos y empuje para soplarla con brillantez. Expectante la plaza, inició Morante la faena con ayudados por alto a dos manos, empujado por el ambiente. Cuando parecía obrarse el milagro, el alcurrucén echó el freno y se llevó por delante cualquier premonición de faena grande. Y eso que el de La Puebla le puso empeño. Nuestro gozo en un pozo

El Juli tiene cogida la medida para despachar a sus oponentes, no muy ortodoxa pero casi siempre efectiva. Vicent Canelles

El Juli, única oreja

Empujó en varas el segundo, que fue el de mayor romana del conjunto. Efectiva resultó la fina brega de José María Soler para romper el viaje del animal. Hasta entonces no se había definido el toro y ahí empezó a mostrar alguna virtud. El Juli le aplicó ciencia pura al trasteo, frente a un alcurrucén que requirió provocarlo y llevarlo muy toreado. Lo consintió Julián para luego atacarle, aunque la irregular e insulsa embestida del astado impidió la ligazón. Regalaba una embestida buena y a continuación otra sin emplearse. Muy volcado el público con el torero, con ganas de ver torear y de divertirse. Y muy metido en faena Julián. Mató de estocada entera trasera y, a pesar de los dos descabellos, paseó una oreja, la única de la tarde, y que a la postre supo a bien poco. 

Como el resto de sus hermanos, el quinto se agarró al piso y ni la poderosa muleta de El Juli logró convencerle para seguirla hasta el final. También había salido desentendido en los primeros tercios, abanto en los capotes y esperando en banderillas. Pulseó la embestida en la muleta tratando de estirar el viaje, pero desistió el animal. Una birria. Por activa y por pasiva lo intentó el madrileño, que acabó aburriéndose.

Pablo Aguado era esperado con expectación, pero no tuvo el debut que pretendía en Castellón. Vicent Canelles

Pablo Aguado, sin opción

No tuvo buena presentación en esta plaza Pablo Aguado por falta de materia prima. Y eso que la gente le esperaba con expectación. Habrá que aferrarse a esa máxima gitana de los buenos augurios que dan los malos comienzos. El tercero se guardó muchas cosas dentro. Quizá no las tuvo. Con mejor embroque que finales, adoleció de ese tramo último necesario para hilvanar las series. Aguado estuvo por encima del alcurrucén y su refinado trazo tapó la media e insulsa embestida. El temple como arma para desengañar al toro, sin atacarlo y con la figura desmayada. Pero no tomó vuelo el trasteo, que se ancló contagiado por la descafeinada embestida. Más de lo mismo frente al sexto, desfondado, y con el que abrevió ante la desilusión del gentío.

Venta de entradas

La Feria de cine sigue el sábado con la corrida de la ganadería de Hermanos García Jiménez y Olga Jiménez, que tan buen resultado tuvo en el año 2019. Está anunciada la terna que conforman Enrique Ponce, El Fandi y Paco Ureña, que debuta en esta plaza después de los éxitos notables que cosechó en Madrid y Bilbao la temporada anterior al covid.

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La venta de entradas sigue en las taquillas de la plaza en horario de 10 a 17 y de 17 hasta acabar el festejo del día. Además también es posible adquirirlas a través de internet en la página oficial de la empresa y en la plataforma Bacantix. Apenas quedan localidades para el mano a mano del domingo entre Manzanares y Roca Rey, que está considerado como el cartel con más atractivo de cuantos se anunciarán este año en España. Manzanares viene de cortar seis orejas en dos tardes en Alicante, mientras que el peruano no quiere dejarse ganar la pelea por nadie. Ambos medirán sus cualidades ante los toros de Jandilla, Luis Algarra y Garcigrande. El cartel completo de la Feria de cine es el siguiente:

Cartel con todas las figuras del momento, las mejores ganaderías y el guiño torista, donde todavía falta la corrida de Miura.