La modernidad en los monumentos falleros no hay que centrarla sólo en los diseños. También los nuevos materiales y la tecnología llegan a los talleres con la misma rapidez que al resto de oficios. El cartón, sin duda más contaminante, está quedando en segundo lugar. Primero fueron las resinas de poliéster --que aún se usan--, luego el corcho y se han perdido la cola de conejo y el panet. Hoy se impone el corcho blanco. Saber trabajarlo es un arte y con la tecnología, una buena maqueta bien seccionada y un buen proyector, sin tener muchos conocimientos de escultura, se pueden realizar piezas importantes. Pero si no se es un buen artista no sirve de nada.