Ante los reiterados SOS lanzados por el Ayuntamiento de l’Alcora para evitar otro caso Reyval e impedir la instalación de una nueva planta de residuos, como la que planea llevar a cabo Aprocol, el alcalde, Samuel Falomir, reclama una reunión con la consellera de Agricultura y Transición Ecológica, Mireia Mollà, y el director general de Calidad Ambiental, Joan Piquer, para insistirles en persona que anulen el plan de la compañía y archiven el expediente.

Como remarca el primer edil, la propuesta de Aprocol tiene «numerosas deficiencias» y advierte de que el proyecto que presentó la mercantil al Ayuntamiento «difiere mucho» del que facilitaron a la Generalitat. «No es admisible que en su día entregaran al consistorio una documentación para lograr el informe favorable de compatibilidad urbanística y que ahora en la información expuesta al público se trate de una industria mucho más compleja y peligrosa», argumenta Falomir.

De 36 a 500 residuos

Como ejemplo, el alcalde expone que en los documentos que dieron al gobierno alcorino consta que en la planta tratarían 36 tipos de residuos, mientras que en el plan presentado ante el Consell la variedad de desechos «asciende a más de 500».

Sin contar, añade, que la versión entregada a la Generalitat «incumple el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)», ya que el informe de compatibilidad urbanística que el Ayuntamiento otorgó a Aprocol «no es aplicable» a la documentación que la empresa dio al gobierno autonómico.

«Su plan incluye una actividad de valorización no energética de residuos peligrosos con capacidad superior a 10 t/día, clasificada dentro del Grupo A, grado 4-5, y el PGOU de l’Alcora no permite instalar actividades nuevas con este grado de nocividad e insalubridad», razona el primer edil.

Para Falomir, una de las «deficiencias más graves» es que el estudio de impacto ambiental «solo contempla una única alternativa viable», cuando con este informe lo que se pretende es analizar todas las opciones que son factibles y justificar la solución adoptada. «En la matriz de impactos no se ha recogido tampoco el rechazo social de los vecinos a este tipo de instalaciones», concluye.