«Este pueblo nos ha cambiado la vida para bien. Es nuestro paraíso». María Jesús Arreaza, de 47 años, su marido, Rafael Martín, de 52, y sus cuatro hijos -dos mellizos de 16 años, una niña de 10 años y la pequeña de 6- llegaron hace ocho meses a Cirat, un municipio de 200 habitantes de la comarca del Alto Mijares para llevar el chiringuito en verano. 

Al igual que la familia de Gabriela y Salvador, que reabrieron un bar en Cinctorres; o la de Fernando y Eli, que iniciaron un nuevo estilo de vida en Vall de Almonacid -como publicó Mediterráneo el domingo pasado-, María Jesús, Rafael y sus 4 hijos forman uno de los 13 núcleos familiares instalados actualmente en municipios del interior de Castellón con riesgo de despoblación a través del programa Reviu. Se trata del plan que la Generalitat, a través de la Agenda Valenciana Antidespoblament (Avant) y la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, lanzó para que parejas principalmente con hijos en edad de escolarización se instalen en municipios con peligro de perder habitantes de la Comunitat Valenciana con el objetivo de blindar servicios como los colegios y mantener negocios que se pierden por falta de relevo generacional, tales como bares, hornos y albergues, entre otros. 

De hecho, esta familia numerosa llegó a finales de junio a Cirat con el proyecto de reabrir la escuela en un futuro cercano, al igual que ocurre en la Serra d’en Garceran y la Torre d’en Doménec, donde están cerradas. Mientras tanto, los niños acuden al colegio y al instituto en la vecina población de Montanejos. «Estamos muy contentos porque el autobús los lleva y los recoge y se han adaptado muy bien», explica esta vecina de València, que fuera de la temporada estival trabaja en programas de empleo para el ayuntamiento. «Hago un poco de todo; podar, pintar, limpiar...», indica.  

Panorámica de Cirat

"No se puede pedir más"

«En mi vida he trabajado de todo y llevaba un año en el paro, así que empezamos a pensar en cambiar de aires y buscar pueblos donde pudiéramos empezar de cero y donde los niños se criaran en un ambiente rural, descubrimos este programa de Avant y nos inscribimos», comenta María Jesús, que ahora está encantada con su nuevo lugar de residencia: «No se puede pedir más». 

"El pueblo es maravilloso, la gente es muy agradable con nosotros y la tranquilidad que existe no la cambio por nada"

«El pueblo es maravilloso, la gente es muy agradable con nosotros y la tranquilidad que existe no la cambio por nada -asegura-; hay gente a la que a lo mejor le incomoda el cambio brusco de pasar de una ciudad con miles de personas a a un pueblo pequeño pero a mí no me importa en absoluto; es más, hemos pasado de vivir en un piso a residir en una casa cerca de la naturaleza». De hecho, en su calle apenas hay vecinos, «pero no nos importa, al contrario, toda la familia está encantada con el cambio de vida experimentado».   

Tiene claro que su «futuro está en Cirat» e invita a todos aquellos que no lo conozcan a visitarlo y a acudir en verano al chiringuito, a cuya gestión optara de nuevo esta temporada, sin descartar cualquier otro trabajo que pueda surgir en el municipio, situado en el valle del río Mijares, rodeado de una zona montañosa próxima al paraje natural de la Serra d’Espadà.