El Consell Escolar Municipal, con representación de todos los centros educativos de Almassora, ha aprobado el cambio de nombre de los colegios Embajador Enrique Beltrán y Enrique Errando Vilar de la localidad por los de Riu Millars y Boqueres, respectivamente.

La sustitución de la nomenclatura surge de la petición realizada a las propias escuelas por la Conselleria de Calidad Democrática, que alude a la inclusión de ambas figuras en el catálogo de vestigios del franquismo. Asimismo, también había solicitado su inclusión el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica (GRMH) de Castelló por incumplir la ley 14/2017, de 10 de noviembre, de la Generalitat, de memoria democrática. Es por eso que los colegios, a través de sus consejos escolares para abrir la decisión a alumnado, AMPA y claustro, realizaron una votación.

La concejala de Educación, Raquel Barberà, se abstuvo en los respectivos consejos de los centros para trasladar la neutralidad del consistorio en la elección de los nuevos nombres y la conformidad con la decisión mayoritaria de cada uno de ellos. Una vez elegidos los nuevos nombres, elevaron su decisión el lunes al pleno del Consell Escolar Municipal. En este ente, equipos directivos y el resto de representantes con voto, como las AMPA y los sindicatos, aprobaron por mayoría absoluta la nueva nomenclatura.

18 votos a favor, una abstención y un voto en contra ratificaron la sustitución de los antiguos nombres, como pedía la Generalitat para eliminar de la vía y espacios públicos los nombres referidos «a personas relacionadas con los procesos de vulneración de los derechos humanos y de institucionalización de la represión y la violencia contra los afectos a la República o que sustentaron el régimen dictatorial». 

¿Quién era cada uno?

Errando Vilar fue falangista con condecoración nazi

El médico Enrique Errando Vilar fue falangista con carné número 13, sus servicios militares en la División Azul le valieron la condecoración nazi de la Cruz de Hierro de la Alemania de Hitler y en su autobiografía, Campaña de invierno, relata: «Los judíos, inconfundibles con sus signos raciales, significan el 35% de los habitantes. Hay que defenderse de ellos». El diario fue financiado con recursos de la embajada alemana en 1943. Según el GRMHC, «no se le conoce aportación extraordinaria a la vida cultural ni social local». 

Enrique Beltrán colaboró en la vigilancia al presidente Azaña

Al respecto de la figura de Enrique Beltrán, según un informe del GRMH de Castelló, ostentó cargos de cónsul y embajador durante la primera época del régimen franquista. Los años 1939 y 1940 como cónsul en Burdeus participó activamente en colaboración con las autoridades españolas y alemanas, en el espionaje de los exiliados republicanos en Francia para intentar conseguir su captura y extradición. Colaboró en la operación de detención de Rivas Cherif --extraditado en España--, y en el control de movimientos y registro de la casa de Manuel Azaña después de su muerte.  

La reseña del historiador local Primitiu Garcia i Pascual en El senyor Enrique Beltrán, El cónsul abunda en que con la detonación del golpe de Estado, el cónsul «regresa rápidamente a España para unirse a los nacionales y a su nuevo gobierno». En el Archivo General de la Administración consta la correspondencia con el ministro consejero en la Embajada de España en París, en la que relata sus gestiones para vigilar al presidente Azaña. Después de su muerte, Beltrán registró su casa francesa y contó a la embajada: «Obras de arte no hay ninguna: aquello es una verdadera birria».