Más presencia que espectáculo en el último día de ‘bous’ de la Vall con el imponente toro de 740 kilos
Las peñas protagonizan una jornada en la que los dos de Victoriano del Río marcaron la diferencia
Las patronales cierran cartel taurino con un balance positivo, solo enturbiado por la cogida del sábado
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Querer no siempre es poder. Quienes organizan bous al carrer aspiran a ofrecer a la afición toros bravos bien presentados y que además exhiban bravura para que el espectáculo sea redondo, pero las ganas de los humanos poco pueden hacer con las intenciones de los animales y este sábado, en el cierre del cartel taurino de las fiestas patronales de Sant Vicent de la Vall d’Uixó, hubo más de imponencia y casta que de combatividad.
Cuatro han sido los toros incluidos en el programa, todos patrocinados por peñas, y el primero con novedad. Nunca hasta ahora en Sant Vicent se habían realizado exhibiciones por la mañana, y la apuesta preocupaba a la comisión, como reconoció el responsable de los actos taurinos, Enrique Bonifás. «A las once no las tenía todas, porque las calles estaban vacías, pero a las once y cuarto se ha llenado, e incluso gente que no confiaba en que funcionara, nos ha felicitado», explicaba.
En la tónica del resto de la semana, a Mesonero, de La Quinta, patrocinado por Taurosinvergüences, no se le pudo reprochar nada en cuanto a su aspecto. Bonito, de morfología proporcionada. Poco más ofreció, pese a que los rodaors lo incitaron por darle vidilla.
El que arriesga tiene dos opciones, errar o acertar. En Sant Vicent querían «ofrecer un día taurino completo, que la gente viniera a la Vall por la mañana y ya no se fuera hasta la noche» y que lo consiguieron se notó en bares y restaurantes, porque no fueron pocos los que respondieron al maratón de bous ambientando la ciudad.
Y a ese éxito contribuyó en buena medida el cartel vespertino. El Tacaet y El 22 ofrecían dos toros. El primero de El Pilar, quizás el más flojo del día en su conjunto.
700 kilos de toro
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El segundo, un monumental animal de Victoriano del Río del que llevaba días hablándose.
Más de 700 kilos de morlaco, que salió con parsimonia de los toriles, como el que dice, «ya estoy aquí». Barbuquejo fue todo grandiosidad, y uno puede pensar que no se le podía pedir más a una mole de semejante envergadura. Las contadas embestidas requerían de un sobreesfuerzo, por lo que el espectáculo se ciñó a lo que se disfruta a la vista.
Y por la noche falta otro de El 22, otro del mismo hierro, pero embolado.
Bonifás resumió la semana en positivo, salvo por un inevitable matiz, la grave cogida con la que se estrenaron el sábado y que dejó a todos muy mal cuerpo.
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Con el aficionado recuperándose, Enrique Bonifás incidió en que «los toros han estado bien presentados, y el juego, pues no ha sido el esperado». A la hora de elegirlos solo se puede garantizar eso, que los animales sean bonitos, «después ponemos todos los medios para cuidarlos, que estén bien, pero la bravura no se puede comprar, está o no está». Ahora les toca descansar y a la Vall le esperan 23 fiestas más con sus toros.
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