Carlos Bonet es un joven artista de Castelló que se ha dado a conocer como miembro del colectivo Cúmul. Ahora ha presentado en Konvent Punt Zero, de Barcelona, y tras haber realizado una residencia artística, el inicio de su proyecto Bilis Negra, tierra seca y fría comisariado por César Novella, responsable de la saguntina Novella Gallery. Con él hemos hablado sobre sus ideas e inquietudes, sobre su arte.

Siempre resulta interesante conocer los motivos por los cuales uno decide dedicarse en cuerpo y alma a algo. En tu caso, ¿por qué dedicarse al arte, a la pintura, qué persigues o buscas?

Bueno, es difícil determinar porque uno hace o decide hacer algo. En mi caso, podríamos decir, que todo empezó en una clase de historia del arte del instituto. En esas páginas, a las que nunca se llega, al final del libro, me encontré con la pintura de Edvard Munch y de Antonio Saura. Siempre había dibujado pero no tenía ninguna pretensión artística. Cuando vi la obra de estos dos autores, pensé que yo también podría intentarlo. La razón por la que me interesaron fue por su capacidad para manifestar la realidad. Puede que sea esto lo que busco.

¿Cuál ha sido tu formación?

Estudié Bellas Artes en Valencia. Aunque tengo que decir que entré allí de manera un tanto inesperada. El día anterior a matricularme tenía decidido que iba a estudiar filosofía pero por un arrebato momentáneo acabé en la facultad de San Carlos. Es cierto que nunca he abandonado la lectura de cuestiones filosóficas, también lo es que no soy un gran conocedor y que funciono, como se suele decir, a salto de mata. Pero mi interés por los textos es casi tan obsesivo como el que tengo por las imágenes.

¿Entiendes el arte como un modo de expresión propia o más bien de comunión con el otro? ¿O ambas cosas?

Propia en comunión con el otro. Cabe recordar aquello que decía Aristóteles de que el ser humano es un animal político, puesto que todo lo que le sucede y produce incide sobre la polis, es decir, sobre su comunidad. Con el arte no ocurre algo distinto. El arte es político.

Imagen de la propuesta expositiva 'Bilis Negra, tierra seca y fría', de Carlos Bonet, en Konvent Punt Zero. Laetitia Lazzizi

Desde tu punto de vista, y teniendo en cuenta que hace poco, con Cúmul, presentasteis la exposición ‘Crisis’, ¿cuáles dirías que son las mayores preocupaciones o anhelos de la sociedad actual?

Creo que la mayor preocupación es la misma de siempre: La precariedad económica. A la que se suma un clima político cada vez más violento y una pandemia mundial. Pero, como suele ocurrir, la sensación de malestar generada por estos dos últimos aspectos está inevitablemente ligada al primero. La cuestión sería cómo y desde dónde abordar este tema. A mí me interesa, principalmente, todo lo que oscila alrededor de aquello que el pensador Mark Fisher denominó como Realismo Capitalista. Es decir, sobre la capacidad que tiene el sistema económico vigente para introducirse en las condiciones humanas más elementales. Sobre la sensación de ahogo generalizado bajo el eslogan «No hay alternativa» que encabezó Margareth Thatcher y que no ha hecho más que afianzarse, constituyendo de este modo aquello que Fukuyama bautizó como «el fin de la historia» al encontrarnos ante un sistema que, en su versión globalizada, no halla su oposición para dar pie a la construcción dialéctica. Me interesa este grado de alienación insoportable, la digitalización de todo como constitución del más siniestro estado de la vigilancia. La auto-alienación a través del placer en la sociedad de consumo. La atomización de los sujetos y de los trabajadores. La irónica y sistémica defensa a ultranza de «la propiedad» en una sociedad en la que cada vez es más difícil ser propietario de algo.

«Mi interés por los textos es casi tan obsesivo como el que tengo por las imágenes»

 Si no me equivoco, has llevado a cabo recientemente una residencia en Konvent Punt Zero, en Barcelona, donde has presentado tu trabajo ‘Bilis Negra, tierra seca y fría’, comisariada por César Novella. ¿Qué puedes decirnos de este proyecto?

Todo empezó con una visita que hice junto a Gerard Bomboí, amigo y compañero de Cúmul, a una exposición en Novella Gallery, la galería de César Novella en Sagunto. Allí nos atendió César y pronto comenzamos a hablar y a divagar sobre el tema central del arte, que consideramos que es la melancolía. A César le gustó que hablara de aquello porque casualmente y a los pocos días, presentaría su tesis doctoral centrada en este tema. Poco después me propuso que nos presentáramos juntos a dicha residencia. La idea principal era hablar del vino como sustancia presente en rituales atrabiliarios y en la historia del arte, pero pronto empezamos a investigar sobre el templo, el ritual y la pérdida de la cabeza, haciendo una clara alusión a la desaparición del cráneo de Goya, cuya búsqueda podría recordarnos al deseo de encuentro de los restos de las víctimas de la guerra civil. Para ello comencé a recopilar una serie de imágenes basadas en un enclave de Castelló. Es decir, desde las pinturas rupestres de la Valltorta hasta llegar a los restos de la discoteca Pirámide, pasando por las naves industriales como símbolo del trabajo y  por Sant Pau de Albocàsser, otro templo dónde se narra una decapitación. En Konvent, realicé 5 dibujos basados en estas imágenes que sirvieron a modo de introducción. El proyecto sigue en marcha, puesto que tenemos pensado volver después de verano para concluirlo.

«Uno aprende de todas las corrientes y manifestaciones repartidas por la historia»

Imposible no preguntarte sobre tus influencias. ¿De qué fuentes o artistas crees que has bebido más hasta la fecha? ¿Cómo es y se ha conformado el universo de Carlos Bonet?

Tuve un profesor, Vicente Ponce Ferrer, que decía una cosa que me quedó grabada y que me sirve muy bien para responder a esta cuestión. Decía que un artista debe permitirse mirar y ser mirado por posiciones más allá de las que él mismo contempla. Y lo creo de veras. Uno aprende de todas las corrientes y manifestaciones repartidas por la historia. Eso no significa que no tenga mis autores de cabecera, aquellos que me han atravesado y que han conformado, como dices, mi universo. Hay tres autores fundamentales para mí que son Goya, Francis Bacon y Anselm Kiefer. Pero también hay otras cosas como la poesía de Georg Trakl o la música punk... Es muy difícil para mí acotar esto.

Como parte integrante de Cúmul, hay que decir que en apenas año y medio habéis logrado convertir este proyecto artístico y expositivo en un referente de la cultura alternativa en la ciudad de Castelló. ¿Crees que existe suficiente oferta cultural y de interés, así como oportunidades para los más jóvenes, en la provincia?

La verdad es que hemos tenido buena acogida y nuestra respuesta es de alegría y agradecimiento. No obstante, creo que la oferta en la ciudad aún resulta un tanto escasa. Si creamos Cúmul fue porque nos veíamos obligados a marcharnos de Castelló si queríamos realizar proyectos artísticos. La idea fue: «Si no tenemos espacio, crearemos el espacio». Nos alegraría mucho que en Castelló aparecieran más lugares como Cúmul para que, de este modo, toda la gente que hay aquí produciendo cosas interesantes, que no es poca, tuviera las oportunidades que merece. 

Detalle de la obra 'Kal-Kat. Se acabó la fiesta' (2021), de Carlos Bonet.