El gran problema de los que ostentan el poder o viven rodeados de la fama llega poco después de bajar de la cima. Entonces el teléfono móvil para de sonar, y de acaparar páginas y páginas de periódicos se pasa a ser un ciudadano más. El ejemplo me sirve para introducir lo que le sucede ahora a Palermo. En Argentina, un país habituado a idolatrar fácilmente, era un fenómeno de masas. En el Boca era el encargado de firmar, con sus goles, las victorias ´xeneizes´.A España llegó con un recibimiento reservado sólo a las estrellas. Luego, en el campo, su fútbol pocas veces estuvo al nivel de su impresionante márketing. Palermo se fue apagando hasta que Floro

Floro fue valiente y le sentó en el banquillo. Asimilar la caída no es fácil y ahí empezó a gestarse su calentón con unas polémicas declaraciones en Argentina.Martín se ha dado cuenta de su error y ha reconocido a sus compañeros que se equivocó. En el vestuario, donde les puedo asegurar que no existe un mal ambiente, se le aprecia. Todo el mundo sabe que como futbolista no es, ni mucho menos, un ´crack´, pero tampoco es un mal tipo. Su único, y gran problema, es su precio, pero de ello él no tiene la culpa. La responsabilidad es de quienes le ficharon. Y el más grave error fue la decisión de adquirir la mitad restante de sus derechos, en poder del Boca, cuando no hacía ninguna falta... y Roig

Roig lo sabe.