Ronaldinho ya no está solo. En la cima del mundo recibirá esta noche la compañía de Samuel Eto´o, su socio en el ataque del Barcelona. La estrella brasileña disfrutará hoy en el Teatro de la Ópera de Zúrich de la segunda corona consecutiva que le colocará la FIFA como mejor jugador mundial del 2005. Una distinción otorgada por los seleccionadores y capitanes nacionales. O sea, el círculo virtuoso completado por Ronaldinho en un año de ensueño.

Si hace unas semanas eran los corresponsales de France Football los que le concedían el Balón de Oro, ahora son técnicos y jugadores los que coinciden. Miran por todos los sitios, pero no hay otro como él. Hace un año, en diciembre del 2004, cuando Joan Laporta y Sandro Rosell todavía compartían directiva, Ronaldinho, que recibió 620 votos, estaba solo. El Bar§a no era campeón de nada y Eto´o, un goleador despreciado por Florentino en el Madrid, recolectaba 42 votos y ocupaba el puesto 14 de tan selecta relación.

Ahora, en diciembre del 2005, Frank Lampard, el alma del Chelsea de Mourinho, parece un invitado de piedra en la fiesta azulgrana que se vivirá esta noche en Suiza. Dos de los tres mejores jugadores del mundo habitan en el Camp Nou. ¿Qué valdrían ahora Ronaldinho y Eto´o en el mercado? No hay precio. ¿Quién es capaz de ponerlo? Lo que fija, acaso, sus cláusulas: 125 millones de euros en el caso del brasileño y 150 en el del camerunés. Por supuesto, mucho más de lo que pagó el Bar§a por ellos: unos 60 millones de euros. O lo que está pagando, porque el club aún no ha terminado de abonar los traspasos al París Saint Germain ni tampoco al Mallorca, respectivamente. En este año, en el que Ronaldinho no ha sufrido el vértigo de la altura, han desaparecido Henry (Arsenal), el segundo del 2004 con 552 votos, y Shevchenko (Milán), tercero con 253 votos.

Ninguno de esos futbolistas ha resistido la magia de Ronaldinho, que marca ya, sin duda alguna, una época en el fútbol moderno. Con apenas 25 años, está dispuesto a completar un doble premio: Balón de Oro y mejor jugador mundial de la FIFA. Algo de lo que pueden presumir tan sólo siete jugadores: Marco van Basten (Milán-1992), Roberto Baggio (Juventus-1993), George Weah (Milán-1995), Ronaldo (Inter-1997 y Madrid-2002), Zidane (Madrid-1998) y Rivaldo, el último precedente que tiene el Barcelona (1999). En los inicios del siglo XXI, el fútbol se resume en la sonrisa de Ronaldinho. En la sonrisa y en el infinito arsenal de recursos técnicos que almacena ese cuerpo, más propio de un velocista de 100 metros que de un futbolista.

Porque no sólo técnicamente sino también físicamente, Ronaldinho es un ejemplo del nuevo fútbol. "Si lo miras, parece un velocista de 100 metros", cuenta Paco Seirulo, uno de los preparadores físicos del Barcelona.