Puede perder el Mundial alguien que, de 16 grandes premios, gana 10 (Italia, Gran Bretaña, Holanda, Cataluña, Alemania, República de San Marino, Japón, Malasia, Australia y Portugal), suma 12 podios y 11 poles positions? Puede, sí, puede. ¿Puede perder el título alguien a quien su máximo rival, Nico Terol, califica de “grandísimo piloto”? Puede, sí. Marc Márquez estuvo a punto de arruinar ayer, en Estoril, a sus novatos 17 años, todo lo conseguido durante los últimos años. Y puede, sí, puede perderlo porque ha tenido dos adversarios de una talla exquisita, dos tipos como Nico Terol, que aún aprieta y aprieta, y Pol Espargaró, que solo ayer lanzó la toalla, jugándoselo todo, todo, a una carta: la lluvia. No llovió, o no volvió a llover, y sus ruedas de agua destruyeron todas sus posibilidades. Y el que ganó en plan gladiator fue Márquez, a quien todos señalan como el nuevo campeón mundial de 125.

EL SUSTO // Un éxito que ayer estuvo a punto de saltar por los aires. El domingo, como no, amenazaba lluvia y llovió. Y, encima, la carrera de 125cc era la última, tal vez para compararla con la categoría reina. Márquez, como no, parecía tenerlo todo controlado, incluso partiendo desde la tercera línea de salida. Pero, cuando se celebraba la octava vuelta, empezó a chispear. Y pararon la carrera. Media hora después, ya sin chirimiri, pero con la pista húmeda, reemprendieron la marcha. Y, en ese regreso, se masticó la tragedia. El niño erró de nuevo, como ocurrió en Indianápolis donde se cayó dos veces, cuando dominaba a placer el GP. Esta vez fue peor. Se cayó camino de la parrilla, de la nueva formación de salida. Pero se cayó a lo campeón: se agarró a la moto y no la soltó. No soltó su Derbi, se revolcó por la arena agarrada a ella, cual gladiador y regresó a los boxes como pudo, con el carenado colgando, el escape roto y la maneta del freno delantero bailando.

Y empezaron los gritos. Sus mecánicos no estaban en el box porque lo esperaban en la parrilla. De pronto, llegaron todos. Más que todos. Llegó su equipo y más mecánicos. Vino gente del equipo de Alex Debón y del Jack&Jones de Antonio Banderas. Reconstruyeron la Derbi en solo dos minutos. Marc salió disparado hacia la parrilla, que ya no era de 37 pilotos (¡menunda suerte, menos a pasar!), era de 16. Y se puso en la cola. Y se apagó el semáforo y, en la primera curva, ya era sexto. Y, en la segunda curva, se abrió por fuera (“¡lo veis! ¡lo veis! como se puede pasar por fuera”, gritaba Jorge Lorenzo ante el televisor) y ya era tercero, ¡tercero! casi sin moto. Pero Marc quería ganar. Y, en el penúltimo giro, hizo vuelta rápida. El cartel de última vuelta acabó incendiando su corazón. Y se peleó con Nico Terol a saco. Se pasaron hasta cuatro veces, pero ayer era el gran día de Márquez y este acabó ganando la carrera. H