Al Villarreal no le bastó con el corazón de su capitán Bruno ni con los destellos de Pato. Fueron pocos argumentos en una noche aciaga en todos los aspectos. Una de las peores en Europa que se le recuerda a un equipo que tradicionalmente siempre ha ofrecido una buena imagen en el Madrigal. El Mónaco, con muy poco, fue mejor que el equipo de Escribá, que deberá esperar a la recuperación de algunos futbolistas importantes para armar a este Villarreal que sigue en plena pretemporada. El cambio de entrenador a una semana del inicio de la competición, las ocho bajas, la falta de rodaje y acoplamiento a su nuevo equipo de varios jugadores que han llegado muy tarde configura un clima más propio de un conjunto en plena fase de preparación. Demasiados problemas para afrontar algo tan serio como una previa de Champions ante un rival como el Mónaco. El 1-2 es uno de los peores resultados para un equipo que está obligado a marcar un mínimo de dos goles en el Louis II. No es una misión imposible, pero sí complicada, cuando para el partido de dentro de seis días solo se recuperará a Víctor Ruiz.

Fran Escribá armó el once que pudo, con muy pocas opciones para hacer cambios y que casi se podía adivinar de memoria. En el banquillo solo contaba con tres jugadores del primer equipo: uno de ellos el portero suplente; otro, un lateral derecho (Rukavina); y el tercero un centrocampista (Rodri) ascendido esta temporada del filial. La defensa, con Asenjo en la puerta, Mario y José Ángel en los laterales y Musacchio y N’Diaye en el eje de la zaga, era un quinteto con experiencia. En la medular, la pareja central Bruno-Trigueros, con Castillejo y Roberto Soriano en las bandas. Pato y el recién llegado Santos Borré, formaban una pareja, cierto es, inédita. Dos jugadores que acaban de llegar y que apenas conocen los mecanismos.

¡VAYA COMIENZO! // El inicio fue el peor posible. Sin apenas tiempo para tomar sitio en el terreno de juego, un error garrafal de N’Diaye en el área, en una acción similar a la que en Oporto concluyó con el gol local, concluyó en un penalti claro por derribo al zurdo Lemar, un futbolista habilidoso en el uno contra uno. Fabinho adelantó al Mónaco en el marcador. Los monegascos nunca hubieran pensado que lo iban a tener tan fácil para ponerse por delante.

El Villarreal acusó el golpe. El Mónaco, un equipo con buenos jugadores pero al que le falta un punto de intensidad y agresividad, se hizo con el control por inercia. Al Villarreal le faltaba más presión a la salida del balón del rival y recuperar la pelota con celeridad. Aún así dispuso de su oportunidad 10 minutos después del gol, en un centro de Castillejo que rozó con la cabeza Pato. Pero ese dominio del Mónaco tampoco ofrecía sensación de peligro y, poco a poco, los amarillos fueron ganando pulsos a lo largo del campo, aunque una contra monegasca, que sorprendió a la zaga amarilla, a punto estuvo de costar un susto.

Pato, todavía falto de forma, echó mano de talento para suplir sus carencia físicas. El delantero brasileño posee una clase indiscutible, aunque para competir en España deberá añadirle un punto más de preparación física a su fútbol. Un tiro seco desde la frontal salió a pocos centímetros del poste con el portero del Mónaco, ya batido. Dos minutos después, Pato empató el partido demostrando que es un jugador con gol y que sabe estar en el momento oportuno en el sitio adecuado. Anoche, las acciones de más peligro salieron de sus botas.

El Villarreal jugó a una velocidad inferior a la que está acostumbrado. Su juego fue demasiado horizontal, con escasa profundidad, pero también pasando por muy pocos apuros en labores defensivas. Nadie asumió riesgos. Los amarillos porque no se sentían cómodos, mientras que para los del Principado el empate a uno no era un mal resultado.

SIN IDEAS // La segunda parte se atascó en un fútbol aburrido y escaso de chispa. Pero Escribá tenía muy pocas soluciones en el banquillo para añadirle un catalizador que acelerase el ritmo y las prestaciones de los suyos. Y en el campo no había ideas, se deambulaba con la brújula sin norte, y no bastaba con el corazón que ponía Bruno para intentar tirar de un carro que anoche rodaba por un camino lleno de piedras. El Villarreal estaba totalmente desconocido. Incluso en defensa perdió esa consistencia que le caracterizaba. Una nueva indecisión en cadena de José Ángel y N’Diaye, que tampoco pudo ser frenada en el área por Mario, que rozó el cuero, dejó KO al Villarreal con un tiro de Bernardo Silva. A 19 minutos del final, el Mónaco le clavaba un puñal al Villarreal muy cerca del corazón. No era mortal, pero sí dejaba en malas condiciones al equipo amarillo. A Pato se le terminó la batería y a Santos Borré no le era suficiente con correr y correr, porque para jugar la Champions hay que ofrecer más recursos.

El Submarino le puso corazón, eso no se le puede discutir, pero tuvo demasiados desajustes defensivos, errores de bulto atrás y pocas luces en la medular. Arriba, solo los destellos de Pato. Y por si fuera poco, Escribá solo pudo echar mano del canterano Mario González como revulsivo. Demasiados condicionantes ante un rival anárquico pero con calidad, que se quedó con 10 en los últimos minutos por la expulsión de Mendy. Lo positivo, que en una de las peores noches europeas que se le recuerdan al Villarrreal aún existe un ápice de esperanza. H