Cristiano Ronaldo lideró con dos goles la conquista de la duodécima Copa de Europa del Real Madrid, en una final grandiosa ante la Juventus, que impuso el poder del bloque en el primer acto del duelo, pero acabó cediendo ante un equipo que es leyenda, el primero en reeditar el título y que firma doblete 59 años después.

Zinedine Zidane instala a su Real Madrid en la excelencia. Destrozando récords de máxima magnitud. El primer entrenador que levanta dos Ligas de Campeones consecutivas con un estilo unido a la elegancia. Acusado de estar aliado con la fortuna en sus primeros pasos. Lo silenció dando un golpe de entrenador en una temporada impecable. Respondiendo con fútbol a la máxima exigencia que le pudo poner un rival como la Juventus.

La final fue un monumento al fútbol. Presentaba un duelo de estilos llevado a su máxima esencia. El camino a la leyenda del Real Madrid tenía enfrente al equipo más trabajado del planeta. Intensidad máxima, presión agresiva, líneas selladas. De Mijatovic a la era de Cristiano. De la séptima a la duodécima. Con el Real Madrid con un dominio abrumador del fútbol moderno. Tres Champions en cuatro ediciones. Un dato demoledor.

A Amsterdam llegó sintiéndose inferior. A Cardiff con el orgullo de sentir como escribe historia del fútbol. Consciente de que tenía al mejor de los rivales enfrente. Isco titular para intentar generar desorden en la disciplina táctica. Bale, como arma reserva. La Juve sin sorpresas.

Y los italianos entraron mejor en el partido, con agresividad, mordiendo en cada balón, con hambre de un título que no ganan desde hace 21 años. Muchas finales perdidas —seis—.

reacción y gol / El Real Madrid tardó en encontrarse y lo hizo en momentos aislados, sin continuidad en el primer acto. Isco pisaba el balón intentando anestesiar el ritmo y la tensión que se respiraba. Keylor se disfrazaba de salvador mientras sus compañeros encajaban piezas para responder al posicionamiento del Juventus. El aviso estaba captado. El mejor bloque defensivo del torneo también sabía hacer daño con su ataque. La necesidad de balón para el Real Madrid era urgente.

Y comenzaron a aparecer. Era el minuto 20 cuando Kroos irrumpió con fuerza, Benzema conectó con Cristiano que abrió a Carvajal para que inventase su undécima asistencia del curso. Rasa, al jugador que siempre aparece en las grandes citas para que marcase de disparo limpio de derecha a la red.

Pero la Juve reaccionó y solo siete minutos después apareció Alex Sandro para lanzar un centro que controló Higuaín y la dejó en el aire, para que de tijera y sin dejarla caer, Mandzukic inventase un golazo. Era el justo premio al dominador territorial de la final. Se había impuesto el bloque de la Juventus, que desaprovechó sus momentos de superioridad.

La charla de Zidane cambió todo tras el descanso. El duelo se reanudaba con Cristiano e Isco pisando área rival en segundos. El Real Madrid se adueñaba del balón, recuperaba su identidad y comenzaba a decantar la final hacia su lado. Fue así como apareció Casemiro para desde lejos y tras tocar el balón en Khedira establecer el segundo. Solo tres minutos después Cristiano ponía y el tercero y la final se acabó, más porque Cuadrado se autoexpulsó a los pocos minutos de entrar al césped. Asensio hizo el cuarto.