Ironías del destino, el jugador más joven en debutar con el PSG, con 16 años y ocho meses, se convirtió con su gol en el tipo que impidió al club parisino empezar a inaugurar su propio relato europeo. Kingsley Coman, con un cabezazo picado, puso el ventilador a los millones qatarís. Billetes al viento, billetes perdidos. Tendrá que ser otro año. Coman, extremo francés castigadísimo por las lesiones, aguantó 68 minutos, pero fueron suficientes para hundir a Neymar y Mbappé, y encumbrar al Bayern de Múnich a su sexta corona europea.

Menos apisonadora que contra el Barça, bastante menos, los alemanes, con Coutinho en participación limitada al que Koeman quiere al parecer de vuelta, se encomendaron a un protagonista secundario, un futbolista cuya titularidad no estaba prevista y que fue la carta que se sacó de la manga Flick, el entrenador interino (cogió al equipo a media temporada) que ha conquistado el triplete. Su Setién, pero en bueno.

Firmado por Guardiola

Coman, de 24 años, disfrutó de las mejores ocasiones en la segunda parte. Incisivo, activo, se hizo héroe por encima de Lewandowski, la máquina goleadora (55 ha logrado este año a sus 32 años) que se encalló ayer ante Keylor Navas.

Coman, al que contrató Guardiola tras solicitar su cesión a la Juventus en el 2015, quitó los focos también a Neymar, que lo intentó en ocasiones. No hizo lo que se dice un partidazo, pero tuvo un par de buenas oportunidades que desbarató el inconmensurable Neuer.

Sigue el brasileño sin lograr el propósito por el que se marchó abruptamente del Barça, se supone que para encumbrarse sin la sombra poderosa de Messi. Con el club azulgrana ha levantado su única Champions y frustrado, terminó ayer llorando a mares tras la final.

En la recepción de la Copa, el brasileño trató de ocultar su malhumor en el banquillo, como escondiéndose de las cámaras por las que tiene tanta querencia. Engulliendo las lágrimas y el drama, se dejó ver después con la mirada perdida y los ojos hinchados. Siempre tan excesivo, en la euforia y en las decepciones. Mbappé tampoco deslumbró, pero solo tiene 21 años; Neymar, 28 y el tiempo se le echa encima. Como a Messi. Lo que perdieron ambos con la separación.