FÚTBOL SALA

La opinión de José Luis Lizarraga | El Peñíscola: la otra aldea gala

El deporte te hace llorar en ocasiones de alegría y en otras de tristeza

Los jugadores del Peñíscola junto a su afición antes de disputar las semifinales.

Los jugadores del Peñíscola junto a su afición antes de disputar las semifinales. / ELOY CERDÀ

Fue una verdadera pena. El Servigroup Peñíscola FS se quedó a un penalti de jugar una final de la Copa del Rey de fútbol sala. El deporte te hace llorar en ocasiones de alegría y en otras de tristeza. En esta oportunidad fue de dolor, por injusto y porque los peñiscolanos fueron muy superiores y merecieron la gesta de meter a una pequeña población de apenas 8.000 habitantes, a un paso de ganar un título ante el FC Barcelona. Se les escurrió de las manos a 29 segundos del final, después de ganar por 3-0 y 4-2. Seguramente con una prórroga, y no con la lotería de los penaltis, hubiera podido ser otra historia.

Era una nueva hazaña -para mi lo ha sido igual- para una provincia pequeña como Castellón, que se ha convertido en una verdadera potencia del deporte. Si Vila-real, con 51.000 habitantes, representa a la pequeña aldea gala de los cuentos de Astérix y Obélix que resiste los ataques del poderoso imperio romano, en este caso de los grandes del fútbol nacional y europeo, Peñíscola es el otro pequeño reducto que se mide a los monstruos del fútbol sala nacional. 

El Cartagena, que sólo pudo ganarle en los penaltis, tiene un presupuesto que multiplica por cuatro a los del equipo que preside Manolo Sierra. Con poco más de 450.000 euros el Peñíscola está a cuatro puntos de subir a Primera División. Sólo ha perdido un partido en Segunda. 

No es casualidad, ni flor de una temporada exitosa. Es trabajo e ilusión. Con una estructura muy modesta, lo cual no quiere decir que no sea eficiente y profesional, con un alcalde totalmente volcado con el club que pasea el nombre de la localidad por toda España, volverá a jugar con los grandes del fútbol sala. Por muy poco nos quedamos sin ver a un equipo de Castellón en una gran final de Copa. 

Mención a parte, la presencia de 400 peñiscolanos apoyando en Antequera a su equipo, después de un largo viaje de 750 kilómetros en un deporte como el fútbol sala, con menos resonancia que su hermano mayor el fútbol. Ese movimiento social implica arraigo y consolidación del proyecto de Manolo Sierra, verdadero corazón y cerebro del Peñíscola. Pocos habrán hecho tanto por la localidad como este directivo luchador infatigable que ha puesto también a la ciudad del Papa Luna en el mapa del deporte de élite. No olvido a su equipo de colaboradores ni tampoco a Santi Valladares y a la gran familia de jóvenes jugadores del plantel.

Ver jugar al Peñíscola esta temporada ha sido un verdadero espectáculo. Y su gesta que merece el respeto de todos, rivales incluidos. Espero poder acudir en dos semanas a la fiesta del ascenso, aunque primero hay que ganar al CD Leganés y luego empatar como mínimo al Burela el 15 de abril en casa. Ahora la ventaja sobre el segundo es de 14 puntos y el campeón asciende de forma directa. Castellón volverá a tener otro equipo en la primera categoría de un deporte. Peñíscola, capital del fútbol sala.

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