Terrorismo

La disolución de ETA cumple cinco años con todos sus presos en Euskadi y Navarra

Este aniversario tiene un elemento diferencial, ya que todavía está reciente la conclusión de la política de dispersión penitenciaria del Estado, finiquitada el pasado 24 de marzo

Pintada a favor de ETA en una calle vasca.

Pintada a favor de ETA en una calle vasca.

Juan José Fernández

Con coreografía de inspiración irlandesa, ETA bajó su telón hace ahora cinco años, en un acto con ínfulas internacionales convocado en una villa de la localidad vascofrancesa de Cambo-Les-Bains. Se cumple un lustro de la puesta en escena de aquel anuncio de disolución, pero la ceremonia del 4 de mayo de 2018 no fue ni podía ser exactamente el final, porque detrás quedaba un reguero de 853 muertos (22 de ellos niños) y 2.650 heridos, y porque por delante quedan 175 historiales penales aún en vigor en las prisiones, 379 crímenes por resolver y una interminable pelea por el relato.

Pese a sus similitudes con el cuarto, el tercero o el primero, este V aniversario del final de ETA tiene un elemento diferencial: está todavía reciente la conclusión de la política de dispersión penitenciaria del Estado, finiquitada el pasado 24 de marzo, cuando Instituciones Penitenciarias anunció a los abogados de Irantzu Gallestegi y otros cuatro presos etarras que daba luz verde a su traslado a prisiones vascas y navarras.

Desde entonces, el grupo de terroristas penados se ha reducido de 176 a 175 por un cumplimiento de condena del primer excarcelado de esta etapa, Faustino Marcos. Hay además 26 condenados por atentados o colaboración con banda terrorista que están en libertad condicional, según el observatorio de la Asociación Víctimas del Terrorismo.

Ya bajo la custodia penitenciaria del Gobierno Vasco43 de esos presos han accedido al tercer grado carcelario (con la única obligación de pernocta entre rejas). Si bien de esos 43 casos 12 tenían aún recurso en contra pendiente de evaluación el pasado 28 de abril.

Vigilancia policial activa

ETA ya había anunciado el cese de su "actividad armada" en 2011. Lo que ahora se conmemora es una escenificación de 48 horas de duración, desde que, pasadas las dos de la tarde del 3 de mayo, fue enviado a Euskal Telebista un vídeo leído en castellano y euskera por José Antonio Urrutikoetxea (Josu Ternera) y Marisol Iparaguirre (Anboto) con una "declaración final al pueblo vasco". Ese último aviso era el del cese de "toda la actividad política" de la organización.

ETA echó el cerrojo en los frondosos jardines de la villa Arnaga, donde vivió Edmond Rostand, el creador de Cyrano de Bergerac. A Jonathan Powell, ex jefe de gabinete del premier británico Tony Blair, le tocó leer la versión en inglés del comunicado final de ETA. Observaba por detrás el ex líder del Sinn Féin, Gerry Adams, que luego intervendría para pedir al gobierno de España el acercamiento de presos de ETA, y para recordar que él mismo fue un preso por terrorismo.

Con figuras como estas, o como la del mediador surafricano Brian Currin, y con la lectura de un comunicado del secretario general de la ONU, Kofi Annan, ETA y su ramaje político se esforzaron en darle rebozo internacional al acto. Y para alejarlo todo lo posible de su trasfondo fúnebre, fue elegida la voz joven de una mujer de Gernika, Irati Cuevas, de 29 años, para leer en euskera la "declaración de Arnaga", que pedía "espíritu de generosidad para curar las heridas".

"Se trataba de disfrazar de declaración de paz lo que no era más que un acta de defunción", apunta hoy una fuente vinculada a la acción policial del Estado. Ningún portavoz de Interior comenta este aniversario, como tampoco lo hicieron con el tercero o el cuarto, aunque sí subrayan en ese ministerio que las investigaciones policiales sobre delitos de la banda terrorista siguen en activo.

La exjefa de ETA María Soledad Iparagirre, alias 'Anboto' y una de las voces del video que anunció la disolución de la banda terrorista, minutos antes del comienzo del primero de los 12 juicios que tiene pendientes en España, en octubre de 2022.

La exjefa de ETA María Soledad Iparagirre, alias 'Anboto' y una de las voces del video que anunció la disolución de la banda terrorista, minutos antes del comienzo del primero de los 12 juicios que tiene pendientes en España, en octubre de 2022.

Desde 2011, diversas operaciones de la Policía, la Guardia Civil y la gendarmería francesa han acabado con la captura de 241 miembros de ETA, y han sido localizados 35 zulos de armamento y explosivos con 360 pistolas y fusiles, 900 kilos de goma 2, 3.000 detonadores y 6.000 balas.

Desde el anuncio del que se cumplen cinco años han sido atrapados 12 terroristas, y la Fiscalía ha abierto 180 diligencias, incluidas ampliaciones de información sobre autorías intelectuales de crímenes aún no del todo esclarecidos.

Toda esta actividad tras el fin de los atentados ha sido posible en gran parte por la entrega de un paquete de documentación interna de la banda, que Francia materializó en febrero de 2018. Son los llamados "sellos de ETA", origen de un trabajo de análisis de la Policía y la Guardia Civil que en Interior llaman "operativo Damocles".

El precio de la paz

Solo una semana antes de este V aniversario, el pasado 28 de abril, colectivos de familiares de presos de ETA celebraban en la localidad vizcaína de Santurtzi una concentración para felicitar el cumpleaños al etarra Jon González, condenado a 377 años por intentar matar con una bomba a la teniente de alcalde de Portugalete, Esther Cabezudo.

El número de homenajes y actos de bienvenida (u ongietorris) a terroristas ha descendido tras un pico en el tercer aniversario de la disolución de ETA, pero persiste en Euskadi una batalla por el relato desde la hipótesis de que los herederos del entramado terrorista pretenden una disolución de la culpa, un "cuento de violencia generalizada en el que unos atacaban a otros y viceversa, cuando no es verdad: aquí unos poníamos la nuca y otros ponían la pistola", recuerda un exconcejal socialista guipuzcoano con seis amigos muertos, un montón de años con escolta y un residuo de estrés postraumático.

"La foto que se recuerda en este aniversario no es la foto de la derrota de ETA, sino la foto de la propaganda de ETA", advierte Consuelo Ordóñez, hermana del asesinado Gregorio Ordóñez y presidenta de la asociación vasca de víctimas COVITE. "No ha habido un tiempo mejor que el que estamos viviendo, cierto, y nos alegramos; en ese país hemos logrado lo más importante, que es que ETA deje de matar -argumenta-, pero tenemos que contar la verdad: que fue un final negociado, y que ETA, cuando ya vio que el gobierno Rajoy cumplió con todas las exigencias que había negociado con Zapatero, escenificó su foto de propaganda, porque una de sus exigencias era un final sin vencedores ni vencidos".

En general, las víctimas viven cada 4 de mayo con toda la indiferencia que se les permite. "No hay una foto de un final policial, con detenciones y desarmes, como acaban las organizaciones terroristas ante cualquier estado democrático", lamenta Ordóñez y concluye: "Este país tiene una infinita deuda con las víctimas. Somos las víctimas las que hemos pagado el precio de la paz... con impunidad".

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