Porsche presentó la semana pasada la octava generación del 911, uno de los deportivos más emblemáticos del mercado.

Es 911 es un modelo realmente especial al que los años no parecen afectarle. Y eso que en septiembre cumplió 55. Esta última entrega incluye una profunda puesta al día, pero conserva todos los rasgos y características que han convertido al coupé alemán en un coche único.

Mantiene su motor boxer en posición trasera, el depósito en la parte delantera, la llave a la izquierda del volante, los ya característicos cinco relojes de su panel de instrumentos y, como no, una silueta inconfundible.

MUSCULADO Sin embargo, sus formas son ahora mucho más musculosas, la trasera se ha ensanchado y estrena un completo paquete de soluciones técnicas.

El motor de tres litros entrega ahora 450 caballos, 30 más que antes; su nueva caja PDK de ocho marchas está ya preparada para futuras hibridaciones; la dirección es más rápida, las suspensiones son más efectivas y el comportamiento del PSM (el control de tracción y estabilidad) está tan afinado que permite que un profano se crea piloto. Además, el modo Wet -novedad mundial- ajusta distintos parámetros mecánicos cuando detecta agua en la carretera para incrementar la seguridad.

La oferta que llegará a los concesionarios en marzo incluirá las versiones Carrera S y Carrera 4 S, ambas con 450 caballos, caja de cambios PDK y precios a partir de 138.200 euros; en verano llegarán las configuraciones cabrio; y a finales de año aparecerán dos versiones menos potentes.