La reapertura de espacios públicos de Castelló para seguir con la fase 0 de la desescalada del confinamiento por el coronavirus ha llevado mayor sensación de bienestar a muchos vecinos, pero también malestar a otro pequeño sector. Mientras se celebraba poder volver a disfrutar de los principales parques (Rafalafena y el Pinar) y playas del Grau, los usuarios que tienen a su cuidado parcelas en alguno de los cinco huertos urbanos de Castelló se quejaban por lo que consideran «extralimitación» del Ayuntamiento —en algunos casos hasta utilizando el término de «expropiaciones»— a la hora de disponer de la producción de sus pequeñas explotaciones durante el estado de alarma.

Fuentes de la Concejalía de Transición Ecológica, gestionada por Unides Podem, explican que la decisión del cierre temporal de los huertos urbanos —por seguridad de sus usuarios, en su mayoría de avanzada edad— y la recolección de los productos en peligro de echarse a perder para que se destinaran a comedores sociales, fue debidamente anunciada y comunicada a las asociaciones vecinales que gestionan estos espacios, aunque no descartan que se haya podido producir cierta falta de comunicación entre estas asociaciones y los agricultores urbanos.

Los usuarios y explotadores de los huertos, por su parte, consideran que las brigadas municipales encargadas de la recolección de los productos deberían haber actuado bajo la supervisión de los propios agricultores y haber recogido solo la mercancía en peligro de quedar no apta para el consumo. «En la gran mayoría de las parcelas están los huertos pelados; no nos han dejado nada», denuncia Francisco Fajardo, del huerto urbano del Grau, gestionado en su gran mayoría por «jubilados con pocos recursos a los que también les hace falta la verdura y la fruta». María José, responsable del huerto de Fernando el Católico, añadía que está de acuerdo con que «los alimentos hayan ido a parar, espero, a comedores sociales», pero no así con «las formas» empleadas para llevar a cabo la medida.