El campo de Castelló da un paso de gigante en la transición hacia la agricultura ecológica, en el que participan tanto la administración pública como los propios agricultores. Por un lado, el Sindicato de Riegos apostará este año por un plan de abonado totalmente orgánico, y por otro el Ayuntamiento se compromete a subvencionar el 100% de la certificación ecológica, cubriendo gastos hasta completar las ayudas de la Generalitat valenciana.

Así lo explicaron ayer martes en rueda de prensa Fernando Navarro, edil de Transición Ecológica, y Pepe Pascual, presidente del Sindicato de Riegos, que comparecieron acompañados por César Roures, ingeniero agrónomo de la Cooperativa San Isidro, responsable del plan de abonado que comenzará «el próximo sábado».

Socios // Este proyecto culmina la «disminución progresiva de la aportación química» de los últimos años y abre la puerta a los tres mil socios del Sindicato de Riegos de Castelló para que puedan apostar por la agricultura ecológica, una opción ahora mismo minoritaria, elección de «apenas un 1%» del campo castellonense. Roures, pese a ello, explicó que este nuevo plan de abonado «es el primer paso» hacia el crecimiento de esta opción. «Han de pasar tres años» de abono totalmente orgánico para que los campos completen la transición hacia un certificado ecológico «cuyos trámites ya se pueden iniciar».

«Es una carrera nueva», añadió Pascual, en la que los agricultores castellonenses suman la «mejora cualitativa de la fruta» que están obteniendo al «utilizar la materia orgánica para mejorar el suelo» y la necesidad de cumplir con las normativas de la Generalitat. El presidente del Sindicato de Riegos defendió que «el llaurador es un guerrero medioambiental», porque «no gasta agua sino la utiliza», y alimentó con datos su defensa de la citricultura: «El nivel de CO2 que absorbe la naranja es terrible, si en Castelló se puede respirar es gracias a ella». Asimismo, indicó como retos futuros del sector encontrar «alternativas de energía» a la electricidad convencional, para ahorrar costes, y «eliminar intermediarios» y pensar «cómo vender directamente el producto a los pequeños comerciantes». «El llaurador tradicionalmente ha hecho lo más difícil, conseguir un producto de calidad», apuntó Pascual, «pero fallamos a la hora de convertirlo en euros».

El edil Navarro, por su parte, agradeció la «valentía» del Sindicato «en un momento difícil» para el sector.