Ya solamente queda el recuerdo de las fiestas de la Magdalena y también del singular final del invierno que nos sorprendió en tantos aspectos climatológicos. Y rebuscando en los estantes de mi pequeña biblioteca particular, en busca de argumentos para ir completando el actual panorama de mis escritos temáticos, vuelve a mis manos un libro que editó el servicio de publicaciones de la Diputación Provincial en el año 2002. Participan como autores Isabel Mateo y Francisco Marco, con varios colaboradores de distinto signo argumental.

Era por aquel entonces don Carlos Fabra Carreras el presidente de la institución provincial. Y en su presentación, dijo algo así: «Castellón y Benicàssim comparten un paraje privilegiado que rebosa belleza e historia. Es el Desierto de las Palmas, auténtico pulmón verde para las tierras de la Plana y que con excesiva frecuencia ha sido maltratado por unos y por otros… Así que por varias razones, es de singular importancia el volumen que ahora tenemos la oportunidad de presentar en este acto…».

PARAJE NATURAL. El Paraje Natural del Desierto de las Palmas declarado como tal mediante el Decreto 149/1989 de 16 de octubre por el Consell valenciano con motivo del mandato de la Generalitat, en desarrollo de la Ley de la propia institución 5/1988 de 24 de junio por la que se regulan los enclaves naturales de toda la comunidad.

El paraje ocupa una superficie total de 3.200 hectáreas, de las cuales el 98% son privadas y tan solo el 2% son de uso público.

Hay que tener en cuenta la importancia del Desierto como espacio natural para las poblaciones vecinas, siendo un lugar donde se realizan numerosas actividades deportivas como parapente, vueltas ciclistas, rallyes automovilísticos, excursiones, senderismo… además de las populares romerías, tan habituales.

Se aprecia una mayor ocupación los fines de semana y en la época estival debido al carácter recreativo y de segunda residencia de las edificaciones existentes. Yo empecé en verano contemplando desde allí el Humo de los Barcos, que veía aparecer entre la playa del Torreón y la del hotel privado del Voramar.

También el paraje tiene un destacado carácter religioso que lo adorna, el cual ha asentado diversas congregaciones religiosas, siendo la más antigua la de los Carmelitas Descalzos, cuya presencia se remonta a finales del siglo XVII. Esta misma congregación ha hecho que las montañas reciban el nombre de Desierto, puesto que en 1697 se instaló dicha orden. Se denomina desierto a los lugares dedicados al retiro espiritual lejos del mundanal ruido. Y como abundan especialmente los palmitos (los autores del libro nos recuerdan que se trata de Chamaerops humilis) todo el paraje pasó a llamarse entonces Desierto de las Palmas.

VIEJOS RECUERDOS. El espacio cuenta con numerosas ruinas, como castillos, ermitas, convento, también masías y corrales, fruto de los antiguos usos tradicionales de la zona y que valen la pena recordar y conservar.

Naturalmente, como un hecho poco agradable, cabe recordar que este espacio natural ha sufrido varios incendios forestales. Y produjeron en un breve espacio de tiempo, una reducción drástica de la vegetación existente, árboles y plantas, donde muchos amantes de la naturaleza acudían a disfrutar de los privilegios que esta zona ha ofrecido siempre. Y ese hecho también recuerda al botánico Cavanilles que en su obra Observaciones sobre la geografía del reyno de Valencia en cuya edición de 1792 hace mención elogiosa de nuestro Desierto.

¿DÓNDE ESTÁ? Técnicamente, nuestro Desierto hay que decir que se encuentra ubicado en la comarca de la Plana Alta, concretamente en la zona suroriental de la provincia de Castellón, lugar muy visitado.

Esta sierra, paralela al litoral marítimo castellonense, pertenece al Maestrazgo, constituyendo una barrera natural entre la parte occidental del macizo de la provincia y el mar Mediterráneo. Su superficie ocupa parte de cinco términos municipales, que son Benicàssim, la Pobla Tornesa, Borriol, Cabanes y Castelló, la capital de la provincia.

Completando la descripción, podríamos citar el Barranco de Les Santes, el Barranco de Miravet, las conocidas Agujas de Santa Águeda, los barrancos de La Porqueta y el de La Roja, también El Coll de la Mola y Roca Blanca.

EL CLIMA. El paraje se caracteriza por un clima claramente mediterráneo con escasez de precipitaciones en verano, en diferencia con el otoño. Hay que citar la importancia que tuvo el anticiclón de las Azores, responsable de la sequía estival de la zona. En invierno existe la influencia de las altas presiones provocadas por los fuertes fríos. De todas maneras, el clima de la zona está marcado por sus relieves bastante accidentados y, sobre todo, por su localización geográfica próxima al mar. Así, pues, podemos hablar de mar y cielo en el Desierto de las Palmas, algo que festejan todos los castellonenses.