Los más firmes defensores de la paella consideran que si el arroz no está acompañado por los ingredientes que ellos dictan, deja de ser paella para convertirse en ‘arroz con cosas’. En el caso del carajillo, sus fieles no son tan intransigentes. Unos los preparan con ron, otros, con whisky, coñac o incluso ginebra. En algunos bares los acompañan con canela, en otros, con ralladura de limón o naranja. La inmensa mayoría los endulza con azúcar, pero en la zona del Espadán, por ejemplo, prefieren la miel, habiendo incluso quien los habrá dulcificado con stevia, sacarina, panela o sirope de ágave, aunque para ser sinceros, quien suscribe afortunadamente no los ha conocido nunca…

En resumen, para gustos colores, pero tienes que tener claro que si pides un carajillo más allá de las fronteras provinciales te pondrán café tocado con el licor que elijas; lo de quemar el alcohol es una tradición muy nuestra. Adaptando el término de los ‘talibanes’ de la paella, lejos de Castellón simplemente hay ‘café con cosas’.

Dentro de los múltiples bares, tascas, restaurantes y demás negocios de hostelería que preparan este producto, en ‘Mediterráneo’ queremos preguntar a los lectores cuál es el mejor de todos ellos. Para contestar pueden comentar la publicación en Facebook, Twitter, Instagram o incluso en el número de whatsapp del periódico 680-55-85-77, incluyendo el nombre del establecimiento y el del usuario que envía el mensaje. Una vez recopilemos todas las opiniones publicaremos cuál es, para los lectores, el mejor carajillo de Castellón.

Sin querer influir en la opinión del lector, sí recogemos un par de los restaurantes más populares en la elaboración de esta bebida. En Els Xops de Ribesalbes, conocido por todos los ciclistas de la provincia, pues ahí repostan muchos fines de semana, Pablo, su gerente, destaca al respecto que “cada sábado se suelen preparar más de 100 carajillos. Aquí lo hacemos con café, azúcar, grano de café, canela, limón o naranja”.

En cuanto al alcohol, sorprendentemente Pablo se queda con la ginebra: “Para mí está muy bueno, no es tan empalagoso ni dulce como otros, aunque la verdad es que preparo más de ron, whisky o coñac”. En este establecimiento de Ribesalbes cuentan con una máquina para quemar hasta ocho carajillos a la vez “porque si no sería imposible atender a todos los clientes” y sirven la bebida en taza de barro: “Aunque hay muchas opiniones sobre esto, creo que sabe igual que el de cristal. Lo que pasa es que lo servimos así desde que abrimos, y si algo funciona no hay que cambiarlo”.

Imagen del Bar Els Xops de Ribesalbes con un grupo de ciclistas de Burriana degustando el carajillo.

Otro de los puntos más conocidos del carajillo en Castellón estaba en el Restaurante Monte Cristina, que cerró hace unos meses. Sin embargo, Gina, quien los preparaba, ha abierto a un escaso kilómetro en la misma carretera un bar que se llama Panorama y en el que la bebida estrella sigue siendo la misma: “Lo hacemos igual que antes. Tardo dos o tres minutos en preparar cada uno en taza de barro, aunque después el cliente lo quema a su gusto”.

Una voz autorizada a la hora de hablar de los carajillos es la de Jorge Andrés Gallach, que gestiona la web carajilloscastellon.com, así como un grupo de Facebook dedicado a esta bebida (¿Dónde tomar un buen carajillo?) y un perfil de Instagram. “Me aficioné a esta bebida como casi todos, almorzando con los amigos”, explica el firme defensor del ‘cremaet’, que a la hora de decidirse por un buen carajillo lanza esta serie de recomendaciones: “Aunque hay gente que los prefiere de dos colores, a mí me gustan de tres, que son los del alcohol correspondiente, del café y de la crema del café”. Jorge asegura que uno de los más buenos lo degusta “en Camelot, que está al lado de la oficina”, mientras que fuera de Castelló se queda “con El Alforí de Vistabella, aunque en Casa Julián de La Barona también está muy bueno, igual que el pan tostado con tomate y ajoaceite”, recuerda entre sonrisas.

¿Y cuál es tu carajillo preferido? Esperamos tu opinión.

Imagen del carajillo que preparan en el Restaurante Paquita de Eslida, otro de los más típicos de la provincia, que endulzan con miel.