La Generalitat valenciana puso en marcha en 2018 la Agenda Valenciana contra la Despoblación (Avant), una propuesta que se ha materializado a mediados de este año con la creación de la dirección general. Adjunto a esta dirección fue designado el alcalde de Rossell, Evaristo Martí, en una clara apuesta por visibilizar la situación en los pueblos pequeños y proporcionar las herramientas con las que intentar revertir la situación. Además, Martí considera que también hay que poner en valor la vida del interior y ver los aspectos positivos de este fenómeno. De momento, ya se ha remitido a los ayuntamientos una misiva para que hagan llegar las carencias y posibles soluciones. Y el primer reto que se ha marcado es que en 2020 no haya ningún pueblo sin cajero automático, acabando así con la discriminación bancaria en la zona del interior de la provincia.

--¿Cuáles son los números de la despoblación, actualmente?

-En nuestra provincia, el escenario que tenemos es que los pueblos grandes se hacen cada vez más grandes, y los pueblos pequeños se hacen cada vez más pequeños. Concretamente, el 80% de los habitantes de esta provincia viven en el 20% del territorio, y el 20% restante en el 80% del territorio. Si eso lo trasladamos a nivel estatal, de los 8.115 municipios que tenemos, 3.800 tienen menos de 5.000 habitantes. En la Comunitat Valenciana, de los 542 municipios que tenemos, 155 están catalogados con riesgo de despoblamiento y, de ellos, 82 están en Castellón, 23 en Alicante y 50 en Valencia.

--¿Qué aportará la dirección general de la Agenda Valenciana contra la Despoblación (Avant)?

-Lo primero que se ha hecho ha sido crear una comisión interdepartamental para activar el catálogo de actuación que la Generalitat ya puso en marcha en 2018 con Avant. Ahora se le ha dado forma y se ha visualizado con la creación de la dirección general. También se han creado las cátedras con las cuatro universidades de la Comunitat para dar diagnósticos y soluciones desde un punto de vista más científico.

--¿Contarán con la participación de los vecinos para saber qué acciones hay que acometer?

-Sí; de hecho, en septiembre enviamos una carta a los ayuntamientos de los 155 municipios de la Comunitat Valenciana en riesgo, donde les pedíamos que nos dijeran las debilidades que tienen, que nos explicaran por qué creen que se ha llegado a la situación de despoblamiento actual, qué déficits presentan y qué soluciones se pueden aportar.

--¿Ya se han podido extraer algunas conclusiones al respecto?

-Los ayuntamientos nos están contestando ahora y todos coinciden en que la falta de oportunidades es la razón más importante por la que la gente decide irse. Otras cuestiones son tener buenas comunicaciones y la fibra óptica. En relación a la ganadería, nos comentan que cuando una persona quiere poner una explotación, la burocracia es muy larga y, en el tema de la agricultura, la gente se quedaría en los pueblos si lo que produce en cada territorio tuviera un precio digno para poder vivir. Falta de empleo, una población envejecida, la falta de servicios básicos, las oficinas de los bancos y la carencia de escuelas infantiles de 0 a 3 años serían otros aspectos que nos están haciendo llegar.

--¿Qué soluciones plantea?

-Para que todo eso sea posible hay que buscar políticas para tener buenas comunicaciones, una discriminación positiva para el mundo rural, incentivos a la descentralización, una fiscalidad diferenciada y agilización de los trámites administrativos, entre otras medidas.

--Y los ayuntamientos, ¿no demandan infraestructuras?

-En estos momentos, los pueblos tienen la infraestructura necesaria y hay que trabajar más por las personas. En Rossell, por ejemplo, tenemos piscina municipal, campo de fútbol, una casa de cultura, un centro cívico, dispensario médico, escuelas, las calles arregladas y un CRA de la Pobla, Rossell y Sant Rafael con más de 20 maestros, por lo que, probablemente, la ratio de aquí esté mejor cubierta que la de cualquier colegio de Castellón. En la zona de Ports-Maestrat, que es una de las zonas más despobladas, tenemos cinco piscinas cubiertas. Yo diría que la despoblación no es por falta de servicios, que se tienen que incrementar, sino por la falta de empleo. Hay que pensar en crear oportunidades para que esta gente se vaya quedando o, incluso, viniendo a estos municipios.

--En relación a las telecomunicaciones, ¿qué grado de competencia tiene la administración frente a la empresa privada?

-El tema de las comunicaciones es un derecho que tienen todas las personas y, las compañías que han sido designadas para ponerlo en marcha, tienen que hacer llegar el servicio a cualquier rincón de la Comunitat. Es decir, la fibra óptica tiene que llegar a todos los municipios. Tenemos conversaciones con las empresas concesionarias para que pongan el servicio y que los vecinos que quieran puedan conectarse, independientemente de que a la empresa le salga rentable o no. Además, tiene una gran importancia porque, con una buena comunicación, una persona que vive en un pueblo puede estar prestando servicio a una empresa que está en una ciudad.

--¿La dirección general de Avant tendrá capacidad de gestión?

-El trabajo que se nos ha encomendado es transversal y de coordinación y, al mismo tiempo, de gestión. Tenemos que coordinar las gestiones cuando un alcalde o una alcaldesa nos dice que tiene un déficit. Nosotros tenemos que trasladar este déficit y propiciar que creen normativas nuevas que beneficien al territorio. Además de la coordinación, también tenemos gestión. Tendremos un presupuesto del fondo antidespoblamiento de tres millones de euros repartidos en estos 155 municipios.

--Desde el punto de vista de la gestión, ¿ya ha puesto en marcha alguna medida?

-Sí, ya tenemos asignada la tramitación para poner en marcha los cajeros automáticos y erradicar la discriminación bancaria que existe. Esta será una de las primeras medidas en las que trabajaremos. El objetivo es que en 2020 ningún municipio de la provincia esté sin cajero.

--¿La despoblación lleva aparejada, necesariamente, una visión negativa de esta situación?

-La situación de partida nos preocupa, y nos ocupa, para darle una solución y empezar a revertir las cifras, que no son nada buenas, pero hay que verlas también desde un punto de vista positivo y con esperanza. Creo que no hay que banalizar la palabra despoblamiento sino ponerla en valor. Hay gente que les gusta estar fuera del ajetreo de la ciudad. Precisamente, es esto lo que tenemos que poner en valor, la calidad de vida que podemos ofrecer en los municipios de interior frente al estrés y la actividad de las grandes urbes.